La romería de la Magdalena de 1993 trascurrió bajo una intensa lluvia pero, pese a todo, un millar de castellonenses, encabezados por la reina de las fiestas, María José Cadroy, iniciaron el recorrido con paraguas para, de esta manera, cumplir con la tradición. Y lo hicieron, según la crónica publicada al día siguiente , 15 de marzo, en Levante de Castelló «per orgull de genealogia».

La lluvia comenzó a hacer acto de presencia cuando la comitiva oficial había llegado a la altura del Camí dels Molins.

Eso sí, los diversos actos que estaban programados a los pies de la montaña del Castell Vell fueron suspendidos y solo se respetaron los actos religiosos, y en aquel año se produjo el hecho insólito de que se oficiaron dos misas, debido a que «parte del clero se trasladó al cerró en automóvil, mientras que el resto lo hizo a pie», según se contaba Levante de Castelló en un amplio artículo firmado por Vicent Borrull, en el que se resaltaba que el obispo celebró la primera misa «antes de que hubiesen llegado los representantes del clero».

En la información también se reseñaba que el Ayuntamiento había preparado cerca de 30.000 cañas para los castellonenses pero que solo se repartió «en torno a un 10 %, ya que la lluvia retrajo a muchos romeros, algunos de los cuales decidieron quedarse en casa y otros llegar a la Magdalena pero en coche».

Al llegar la comitiva a Sant Roc de Canet la lluvia se convirtió en torrencial, por lo que se tomó la decisión de que la reina abandonase la romería en coche y regresase a la ciudad.