Se fue hace un par de temporadas Gerard Moreno después de haberse formado en la Ciutat Esportiva y lo hizo al Espanyol de Barcelona porque aquella era «su casa», aquellos sus amados colores y allí se encontraría más a gusto, allí desarrolló su gran potencial y de allá ha de volver por donde solía, es decir, al Villarreal, porque el Espanyol necesita del dinero que le reportará su retraspaso.

Hemos de entender pues, desde aquí, que su vuelta es un grandioso sacrificio en beneficio del Espanyol, su club de siempre, de toda la vida de Dios. Suenan insistentemente rumores que hablan del deseo de salir pitando los dos excelentes jugadores italianos, descontentos, y ellos sabrán por qué. Llegado el treinta de junio, Rodrigo Hernández, ese jovencísimo futbolista que ha crecido profesionalmente hablando hasta límites insospechados, porque el Villarreal que le había formado le dio los galones que mereció, en su ansía por volver al Athlético de Madrid, que le había despreciado «por bajito». Un Atlético de Madrid que no parece un dechado de buenas formas. Creo que son hechos incontestables, explicados, supongo, por el escaso encanto y demografía, de una ciudad pequeña. Los profesionales y en su condición están en su perfecto derecho de largarse con viento fresco y que les vaya bonito.

Este año, como casi todos, un buen puñado de sus profesionales principales tendrán o buscarán nuevos destinos, mientras el club que confió en ellos tendrá que renovarse, con el inconveniente de empezar de cero. Como de la abundancia del corazón habla la boca, parece ser que el Villarreal le ha abierto la puerta de par en par a Cazorla para que desarrolle su puesta a punto en la pretemporada dels grocs y después Deu dirá. Por falta de generosidad no será y tal vez por eso le ocurran cosas como las protagonizadas por Semedo, ese portugués que chulito es.

Los servicios técnicos del Villarreal y sus especialistas ojeadores deben estar ahora mismo dejándose las cejas en busca de otros profesionales llamados a ocupar los puestos dejados por sus colegas, todo dentro de un mercado que se ha vuelto loco, también por el desembarco de grupos financieros que invierten sumas escandalosas, comprado futbolistas a precios absolutamente desorbitados a los que solo los grandes de Europa pueden hacer frente a lo que se ha sumado China con su potencial inversor, dado que detrás y como soporte financiero el Estado mismo. Aquello que comenzó como un deporte ha pasado a ser un negocio en el que, supuestamente, se podría esconder un instrumento de blanqueo de capitales.

La plantilla para la temporada que se avecina se renovará en gran medida, arrastrando además el sambenito de que el Vila-real es un club vendedor, cuando son las circunstancias las que mandan.