Levante-EMV, Madrid

Más de 120 científicos españoles firman una declaración a favor de la investigación y el uso de plantas transgénicas para mejorar la agricultura. La declaración «Ciencia, progreso y medio ambiente» cuya firma coordinó la Asociación Española de Bioempresas (ASEBIO), es una declaración emitida por científicos y técnicos sobre las aplicaciones de la biotecnología en la mejora de plantas, ante la proclamación de 2007 como Año de la Ciencia en España.

Los firmantes reclaman a las autoridades competentes el «derecho a progresar» para la agricultura española mediante el uso de las oportunidades que ofrece la biotecnología moderna. El manifiesto, que ha sido firmado, entre otros, por los directores del Instituto de Recursos Naturales y del Centro Nacional de Biotecnología , ambos pertenecientes al CSIC, también cuenta con el apoyo de algunos de los científicos españoles de mayor prestigio internacional como Margarita Salas, Juan Carlos Izpisúa, Luis Serrano o Santiago Grisolía.

Las firmas proceden de más de 50 universidades y centros de investigación y recogen principalmente el apoyo de investigadores de las áreas de ciencias agrarias, biología, veterinaria, geología, farmacia y medicina.

En opinión de los firmantes, a pesar de que las autoridades reconocen en nuestro país importantes problemas medioambientales como falta de agua o erosión del suelo, no están favoreciendo con sus decisiones el desarrollo de una agricultura más moderna y eficiente mediante el uso de plantas transgénicas. Lo cual no solamente envía una señal de alarma a las entidades que invierten en I+D+i en este campo, sino que contribuye a aumentar el impacto sobre el medio ambiente de cada unidad de alimento o biocombustible producido.

La modificación genética de plantas es, de hecho, una realidad tan antigua como la agricultura, pues aprovechando los resultados de cruces y mutaciones espontáneos o provocados, el hombre ha seleccionado y domesticado aquellas variedades vegetales que mejor han satisfecho sus necesidades.

Los avances de la moderna biotecnología, que tanto bienestar han aportado en sus aplicaciones terapéuticas e industriales, han permitido incorporar nuevas modificaciones genéticas (MG) a las variedades cultivadas, añadiendo características útiles para reducir el uso de insecticidas o combustibles fósiles, aumentando la eficiencia en el empleo del agua y el suelo, y abriendo nuevas vías para mejorar la calidad de los alimentos.

Tras 11 años de empleo extensivo en países desarrollados (y 9 años en España), sin un solo efecto adverso sobre las personas o el medio ambiente que sea achacable a la moderna modificación genética, la Unión Europea ha establecido un riguroso proceso de autorizaciones paso a paso y caso por caso, basado en el principio de precaución, y aplicado con criterios científicos, transparencia y trazabilidad, de forma que los usuarios de productos MG puedan elegir libremente su empleo o consumo, que es aceptable para el 74% de la población española de acuerdo con el Eurobarómetro.

Las entidades y personas firmantes del manifiesto, ante la ausencia de estudios científicos que desaconsejen el empleo de las plantas MG, reclaman el derecho a progresar para la agricultura española y el uso de los medios que favorecen una producción más eficiente. Los investigadores esperan que así sea, para que la celebración del Año de la Ciencia tenga sentido en la agricultura española y aporte beneficios al medio ambiente de nuestro país.