Cuando uno ama a su pueblo no tiene más remedio que preguntarse una y otra vez si su pueblo está donde se merece. Se pregunta dónde han colocado a Chiva quienes la han gobernado últimamente a espaldas del interés general. En el mapa de las oportunidades y el desarrollo parece que Chiva se haya quedado al margen. Y eso que las condiciones de partida no eran malas: con las ventajas e inconvenientes de su cercanía a la capital, con un término municipal de 80 km2 y una sierra inmensa que aún espera ser puesta en valor; con una posición estratégica a pocos minutos del puerto, el aeropuerto y la línea de Alta Velocidad y bien conectada con Madrid (A-3) y Barcelona (A-7), no tendría que haber visto pasar las oportunidades de largo. No, la verdad es que Chiva no está donde merece. Quienes han estado al frente del municipio han dado la espalda a aquellas excelentes condiciones y se han volcado en el interés de unos pocos. Al concentrarse en el negocio próximo, han olvidado planificar el futuro. Por eso el paro sigue creciendo aquí mientras ha empezado a disminuir en los pueblos de alrededor, con muchas menos condiciones naturales.

Y es que hay dos modos de gobernar Chiva: en interés de unos pocos o en interés de la mayoría. Cuando se actúa sin un plan, cuando se esconde el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) a fin de tener las manos libres y actuar aquí o allá favoreciendo los privilegios, recalificando suelo a voluntad y desordenado el territorio, se gobierna el plazo corto. Es lo que hemos visto estos años en Chiva: un ayuntamiento convertido en el gestor de asuntos de los poderosos, un gobierno que sólo ve el negocio del suelo y la especulación, allí donde otros vemos un pueblo orgulloso de su identidad. Gobernar para los vecinos es otra cosa: requiere ajustarse a un diseño de futuro como el que establece el PGOU, un plan que costó demasiado a Chiva para que el actual alcalde lo meta en un cajón. Un plan que contempla un urbanismo sensato sin oscuras maniobras, con suficientes equipamientos educativos, sanitarios y de ocio. Los equipamientos públicos son el único medio que tenemos para corregir desigualdades y mantener un pueblo unido. Un plan centrado en los ciudadanos y ciudadanas y no el negocio de unos pocos. Cuando se gobierna para todos es preciso atraer inversiones como ecoturismo, industria, logística y distribución de mercancías, etc. Pero eso requiere un plan pensado para el pueblo y no para el bolsillo de nadie.