Entre paracetamol y el último 'best seller': la farmacia de Almiserà que vende medicinas y libros

La farmacéutica del pequeño municipio del Vall del Vernissa decidió, al poco de abrir la botica, probar suerte con la literatura, un mundo que le apasiona

Aunque ofrece obras de todo tipo, está especializada en títulos infantiles, en valenciano y de autores de proximidad, como en la dispensa de medicamentos

Matilde Soler, en la farmacia-librería que regenta en Almiserà

Matilde Soler, en la farmacia-librería que regenta en Almiserà / Toni Álvarez Casanova

Se suele decir que todos los males se curan con un libro. Una buena lectura puede hacer olvidar, aunque sea por un rato, problemas cotidianos o del trabajo, cuestiones que generan estrés, un mal día e incluso algún tipo de dolor. Y, si cuando se acaba la lectura, el mal regresa, siempre se podrá recurrir a algún medicamento para paliarlo. Pese a ser, en principio, dos conceptos tan alejados, ambos remedios, en Almiserà, se pueden encontrar en un mismo espacio.

La farmacia que regenta Matilde Soler en esta pequeña localidad enclavada en pleno valle del Vernissa no parece una farmacia desde fuera. No hay en la puerta llamativos carteles luminosos, sí una ni una cruz de color verde pero no informa con llamativos LED la hora ni la temperatura, pero ella la ha convertido en un punto de referencia en la localidad. Situada en la calle de Lepant, peatonal, junto a la puerta cuelga un azulejo blanco que, en letras azules, tiene escrito su nombre. El interior está lleno de estanterías. A un lado, desde la entrada hacia la derecha, alberga medicinas para los males físicos, de las que se recetan en las consultas médicas. Justo enfrente, aunque separadas por escasos metros, medicina para el alma, es decir, libros. Ella misma presenta su negocio en Google como «una farmacia para el alma».

Mati, natural de Montitxelvo, llegó a Almiserà hace 19 años. Quería desarrollar la profesión para la que había estudiado sin perder el arraigo a su familia y su pueblo. Por eso optó en su día por gestionar una botica que tiene a apenas cinco kilómetros. «Es como estar en mi pueblo y, de hecho, aquí me siento como en casa desde el primer día e incluso estoy empadronada y he vivido aquí algunas temporadas», indica. Solo unos años después, según cuenta a Levante-EMV tras el mostrador sobre el que aún perdura una mampara que seguro que colocó en tiempos de pandemia, quiso probar suerte en otro sector que le apasionaba desde hace tiempo y montó en el mismo local una librería.

"Tenía tiempo a dedicarme a la librería"

Una mesa sobre la que no caben más libros y revistas le hace las veces de mostrador de esa parte del negocio, que ahora está a punto de lanzar también en internet gracias a la ayuda del kit digital. «Me gusta probar cosas nuevas y me encantan los libros, la litertaura y todo este mundo». Así fue como se lanzó a la nueva aventura comercial. «Vi que en el pueblo tenía tiempo a dedicarme a otras cosas que no fueran solo la farmacia y decidí que podía intentarlo, porque las cosas que no se intentan fracasan antes de empezar», explica. Si no funcionaba, simplemente debía acabar con el negocio y continuar solo con la farmacia. De eso hace ya 14 años.

Mati, rodeada de libros en su farmacia de Almiserà

Mati, rodeada de libros en su farmacia de Almiserà / Toni Álvarez Casanova

A día de hoy, la venta de libros supone entre el 7% y el 8% de los ingresos de su negocio pero reconoce que «la ventaja es que la farmacia permite soportar muchos gastos de base. Al tener el mismo local puedo compartir gastos». Además, tiene tiempo para dedicarle a la librería, ya que hay días en las que no tiene tanto trabajo en la farmacia.

En sus estanterías se pueden encontrar, sobre todo, títulos en valenciano, «aunque también tengo cosas en castellano o lo puedo pedir» y una mayoría enfocados al público infantil. Muchos son autores de proximidad, de la comarca de la Safor o de municipios próximos, con los que mantiene el contacto directo e incluso son ellos mismos los que le llevan los ejemplares para vender

También presta servicio al colegio tanto en libros de lectura como de texto y, bajo demanda, puede conseguir títulos que se podrían encontrar en cualquier librería.

Implicada en la vida cultural

Pero su papel va mucho más allá que únicamente la venta. Está implicada en la vida cultural del municipio y también trabaja contra la despoblación. Colabora con el ayuntamiento en la organización de cuentacuentos, actividades para estimular la lectura entre los más pequeños, intercambio de libros e incluso presentaciones acompañadas de música. «En definitiva, lo que pretendo es recordar a la gente que aún existe el libro en papel, que no todo está en internet», cuenta Mati.

Cuenta que el hecho de que la farmacia sea también librería tiene «muy buena aceptación» y «genera sorpresa» en aquellas personas que acuden por primera vez. «’Ah, ¿también vendes libros’?, me preguntan. Y siempre se acoge de forma muy positiva y con alegría», cuenta la farmacéutica y librera.

La farmacia en el mundo rural

Ser farmacéutica en el mundo rural no es fácil. La ventaja es la proximidad, la tranquilidad «y que te permite escuchar los pájaros durante todo el día». Pero el desabastecimiento que, en general, sufren las farmacias, se hace más palpable en un negocio pequeño como el suyo. «Como eres pequeño haces pedidos muy pequeños y el género se acaba antes. Los grandes locales tienen la posibilidad de hacer pedidos directos a los laboratorios, algo que yo no puedo hacer», indica.

Por eso, pasa muchas horas a la semana dedicada a buscar el medicamente que la gente necesita. 

Fachada de la farmacia de Almiserà, ubicada en la calle Lepant

Fachada de la farmacia de Almiserà, ubicada en la calle Lepant / Levante-EMV

Atiende a un cliente eminentemente jubilado, que vive solo, en pareja u otros miembros de su familia. El suyo no es solo un trabajo de dispensar el medicamento, sino de ofrecer una atención social. «A veces los clientes vienen andando, se sientan, hablan un rato y después se van a casa». Hace, cuenta, muchas cosas que no es atención meramente farmacéutica. «Aquí incluso les pongo el vaso de agua para que se tomen la pastilla». Está pendiente de la evolución de los pacientes, de si los medicamentos hacen efecto, o no. Otra de las ventajas es que tiene contacto directo con el médico y eso le permite mantener un control sobre la evolución de los pacientes y también conocer las necesidades y remitir información al facultativo sobre alguno de ellos.