El brazal de la Acequia Real del Júcar que riega parte del término municipal de Alzira sufrió la semana pasada cortes de agua inesperados. Algunas personas parecen haber confundido la costumbre de bañarse en esta acequia que discurre junto al casco urbano de Benimuslem con un derecho y no han tenido inconveniente en forzar la puerta de la caseta del partidor que distribuye el agua con el objetivo de bajar las compuertas y propiciar un aumento del nivel para supuestamente disfrutar de un baño. Al menos, ese es el objetivo que, a juicio de los celadores de la ARJ, tiene este tipo de acciones.

«La semana pasada, en cuatro días, reventaron la puerta tres veces», detalló ayer el celador de la Acequia Real en Alzira, Enrique Moya, mientras señalaba el marco de la puerta que en una de estas acciones vandálicas acabó en el interior de una canal. Moya ha alertado de la repetición de este tipo de acciones tanto al Ayuntamiento de Benimuslem como al de Alzira en un intento de que se impliquen para que no vuelva a pasar ya que el cierre de las compuertas sin previo aviso puede tener consecuencias muy negativas. El celador de la ARJ en Benimuslem, Ximo Cuquerella, por su parte, ha presentado denuncia en el cuartel de la Guardia Civil de Alberic por los repetidos daños en esta infraestructura de riego.

La caseta del partidor está situada a las afueras del casco urbano y, desde ella, se distribuye el agua de la acequia-brazal de Alzira a través de tres canales a un total de 11.000 hanegadas de cultivo. Suele ser el regador el que da la voz de alarma cuando, sin previo aviso, ve como deja de bajar agua por la acequia. Al parecer, según los celadores, la situación se produjo en las tres ocasiones a primera hora de la tarde de una semana especialmente calurosa. No pueden acusar a nadie al no haber testigos de estas acciones, si bien sus sospechas se centran en la gente que va a bañarse a la acequia.

Según Cuquerella, ya no se trata solo de una costumbre de vecinos de Benimuslem, ya que personas de otras poblaciones del entorno también acuden a este punto a refrescarse. Pero si las compuertas están abiertas el nivel del agua apenas supera un palmo de altura.

Los celadores, al margen del perjuicio que supone este tipo de acciones, alertan de que si nadie detectara este cierre inesperado de las compuertas se podría producir un desbordamiento que inundaría las calles de Benimuslem.