Shakespeare sentenció por boca de Hamlet que la cuestión universal, la madre de todas las cuestiones, era "ser o no ser". Pero en una sociedad incómoda y dubitativa con su identidad como es la valenciana, todavía hay una cuestión anterior por dilucidar: ¿Qué es ser valenciano? Para responder a ese interrogante existencial, el Centre d'Actuació Valencianista reunió en el Club Diario Levante a representantes del mundo económico, empresarial, político y universitario. Acuerdo no hubo. Y posiblemente, como señaló el empresario Federico Félix, ahí resida la quintaesencia del carácter valenciano. Pero las propuestas fueron variadas.

La respuesta más corta la dio Joan Senent, antiguo político nacionalista que ahora mismo trabaja de investigador en la Politécnica. "¿Que és ser valenciano? Ser, y punto. Porque a mí me resulta inimaginable mi existencia sin haber sido valenciano", afirmó. Senent se enorgullece de ser "valencianista de tercera generación" y de haber compaginado el "miedo del franquismo" con el atrevimiento de realizar los cursos de lengua Carles Salvador de Lo Rat Penat. Y siente que "uno no tiene una existencia puramente individual que acaba en su piel. No. También es pueblo y ha de asumir el sentimiento de saber que es algo más. Que se morirá, pero que nunca morirá como pueblo. Que nació mucho antes de venir al mundo. Y que precisamente eso da sentido a su vida".

De la poética de Senent al pragmatismo empresarial de Federico Félix. Ejercer de valenciano es algo menos metafísico para él. Es pagar los impuestos en la Comunitat Valenciana y comprar productos made in Valencia sin boicots de ningún tipo. O coger una empresa con 27 trabajadores y transformarla en una factoría que emplea a más de 400 personas, tal y como él ha hecho. Eso es ser valenciano. O trabajar por la llegada del AVE a Valencia, por la autovía a Madrid o por agrupar a las tres provincias ("algo nada fácil") en Fedacova. Ser valenciano es, en definitiva, "tener ganas de defender esta tierra que es la nuestra y la de todos".

Y con beligerancia. Como la que demostró Vicent Diego, un líder cooperativista valenciano de larga trayectoria. Él condenó una circunstancia que persigue a los valencianohablantes, especialmente en el cap i casal y su área metropolitrana, y que se sintetiza en una pregunta: ¿Puede hablarme en castellano? "Nunca he oído a ningún valencianohablante pedir a un castellanohablante que le hable en valenciano. ¡Que cada cual se exprese en su lengua!", animó Diego. ¿Por qué? Porque las leyes lo permiten, "por respeto a nuestras antepasados", y para que nuestros nietos no se pregunten "en castellano o en inglés": "¿el valenciano? ¿eso qué era?".

Aunque es filólogo en la Universitat de València, Abelard Saragossà quiso extender su respuesta más allá de las fronteras lingüísticas. Sí, se ha de hablar en valenciano y potenciar el uso público de la lengua para combatir la "situación precaria y marginal que, excepto en las aulas", arrastra el valenciano en la actualidad.

"No ser anti nada"

Pero ser valenciano es mucho más. "Es conocer nuestras comarcas, sea la huerta de Orihuela o el Baix Maestrat, sea la Plana de Castelló o la de Requena y Buñol, sea la Safor o la región montañosa que tiene Alcoi como capital, y respetar sus costumbres y formas de hablar". También hay que "sentir la satisfacción de formar parte del pueblo valenciano y hablar su lengua propia" y, a la vez, ser "solidarios" con los miembros del pueblo y "tener capacidad de autocrítica". Saragossà lanzó un aviso para navegantes: "ser valenciano es no ser anti nada. Ni catalanista ni anticatalanista, ni españolista ni antiespañolista. Simplemente, ser provalenciano".