La operación policial que ha afectado al presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, en el marco de la investigación de una presunta trama de corrupción en la Vega Baja, tiene una lectura en clave política interna que no pasó ayer desapercibida entre los responsables del PP. Ripoll, heredero político del ex presidente de la Generalitat y ex ministro, Eduardo Zaplana, lidera la oposición interna al jefe del Consell, Francisco Camps, desde que en el congreso regional de 2004 éste último se hizo con la presidencia del PPCV y marginó a los zaplanistas. El ex vicepresidente del Consell con Zaplana se atrincheró en Alicante. Desde la presidencia provincial del partido, que logró en diciembre de 2004, resistió los embates campsistas, que contaron con toda la maquinaria de la Generalitat a su servicio, para doblegar a los zaplanistas. No lo consiguieron y revalidó el cargo en el congreso provincial de diciembre de 2008.

A raíz del estallido del caso Gürtel, que ha colocado a Camps en una situación de extrema debilidad política ante Génova, la figura de Ripoll emergió. Incluso pareció sellar una alianza con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, declarada oficiosamente "persona non grata" para la dirección regional por los enfrentamientos a cuenta del agua o las dudas ante el caso Gürtel. La impresión en la calle Caballeros es que Ripoll "marcaba" de cerca a Camps por cuenta de Cospedal.

Cuando más feas se pusieron las cosas para Camps, en el otoño de 2009, Ripoll lideró la exigencia interna al jefe del Consell y del PPCV de responsabilidades políticas que no se limitaran a la defenestración "manu militari" desde Génova -por la vía de la suspensión de militancia- de Ricardo Costa como secretario regional y portavoz en las Corts. El dirigente alicantino impulsó la reunión de barones -con Alfonso Rus, de Valencia, y Carlos Fabra, de Castelló- para reclamar a Camps un comité de crisis ante la "tragedia" del PPCV y cambios con el fin de superar la parálisis provocada por las implicaciones de destacados responsables del partido y del Consell, empezando por el presidente, en el caso Gürtel.

Los cambios llegaron pero Ripoll mantuvo la posición crítica y no ha asistido a ninguna de las convocatorias del PPCV para refrendar a Camps ante su situación judicial o, si lo ha hecho, ha dejado claro su desmarque. Desde el primer día. El 19 de febrero de 2009, cuando se desveló que la fiscalía implicaba a Camps en el caso Gürtel, un Ripoll en primera fila con los brazos cruzados, sin aplaudir, frente a toda la junta directiva regional del PPCV convocada para cerrar filas con el jefe del Consell no pasó desapercibido. La imagen fue remitida por el partido a los medios pero luego alguien la cortó en la página web para hacer "desaparecer" a Ripoll.

El 2 de noviembre de 2009, cuando Camps impuso los cambios en el partido, Ripoll fue uno de los cuatro dirigentes que votó en contra, e incluso denunció que lo habían "amenazado" por su oposición a las "soluciones malas" adoptadas. Más recientemente, en mayo, el líder de los zaplanistas manifestó que no fue "conscientemente" a la nueva junta directiva que se había convocado para la autoproclamación de Camps como candidato, el 13 de mayo pasado. El sábado, 22 de mayo, tampoco asistió (como Rajoy ni nadie de Génova) al acto de adhesión a Camps tras conocerse el texto de la sentencia del Supremo de reabrir la causa de los trajes.

Preocupación y efecto electoral

"Yo no me alegro", contestó ayer de forma contundente un destacado representante campsista, sabedor de que otros responsables se han frotado las manos, en privado, ante la suerte del principal rival interno de Camps, que queda tocado políticamente. "Para mí el PP es lo primero", insistió el mismo dirigente, que expresó su preocupación por las consecuencias que este asunto, uno más en el PPCV, pueda tener electoralmente. Sin embargo, la infantería campsista no era tan comedida y no disimulaba su impresión de que el caso de Ripoll puede minimizar o, al menos, tapar los problemas judiciales de Camps. Como mínimo, desactiva el discurso interno que carcomía la credibilidad del líder regional.

"¡Cómo tienen que estar [Juan] Cotino y compañía!", exclamaba otro dirigente popular en referencia a las críticas que ha recibido el vicepresidente segundo por la implicación de la empresa familiar en el caso Gürtel a raíz de las millonarias adjudicaciones recibidas. No obstante, advirtió del coste político del escándalo: "No se dan cuenta de que esto compromete el resultado del PP en la Comunitat". "Estas cosas se sabe cuándo empiezan, pero no cuándo acaban". En el PSPV, diagnosticaban: "¡Esto es Sicilia! ¡El Liang Shan Po!"

"Nosotros montamos Sitel pero es el PSOE el que nos graba desde el Gobierno"

La teoría de la conspiración también vale para el presidente provincial del PP y de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll. Dirigentes populares, algunos cercanos al zaplanista, invitaron a ser prudentes ante los acontecimientos, no sin criticar la "parafernalia montada" en la operación que afecta a Ripoll. "Hay una cierta programación y una intencionalidad clara", sentenció un dirigente regional de los populares. Con Camps, el PPCV ha hablado de conspiración contra el presidente, tras la que no ha dudado en ver la mano del Ministerio del Interior. "Esto es un problema del PP cuando gobierna el PSOE. Nosotros montamos Sitel [en relación al Sistema de Interceptación de Comunicaciones, que ha permitido grabar a los responsables políticos implicados en supuestos casos de corrupción] y ellos nos graban", se lamentó, para romper una lanza por Ripoll: "Es imposible que alguien que lleva tantos años no lo tenga todo niquelado".

Durante el temporal Gürtel desatado sobre la cabeza del presidente Francisco Camps, el líder de los zaplanistas en Alicante llegó a ponerse como ejemplo de gestión: "Los que hemos tenido una trayectoria coherente nunca estamos pensando en esas historias. Estamos pensando en sacar adelante nuestra labor política", manifestó el 20 de mayo de 2009, el día en que Camps tuvo que ir a declarar como imputado ante el TSJ valenciano.

Tampoco ocultó su contrariedad ante las medidas adoptadas por Camps para salir del socavón político por el caso Gürtel. El 15 de octubre de 2009, tras el cese fantasma de Ricardo Costa como número dos (Génova lo dio por destituido y el PPCV hablaba de cese temporal de funciones), Ripoll manifestó públicamente su "perplejidad". "Incluso, los que hemos estado en el comité ejecutivo no tenemos muy claro que lo que pasó, pasó, y lo que no pasó, no pasó. Si nosotros, que estábamos, no lo tenemos claro, ¡qué mal lo estamos haciendo para que los ciudadanos lo puedan entender!", exclamó, para pedir "decisiones claras", ya que hasta el momento "no se están afrontando los problemas con determinación".

Emplazó a evitar que el PPCV siga "de sobresalto en sobresalto" con la posible aparición de nuevas cintas dentro de sumario judicial del caso Gürtel que revelen más "sorpresas". El 13 de mayo pasado, manifestó públicamente que no asistió "conscientemente" a la junta directiva regional que utilizó Camps para autoproclamarse candidato, una vez se había conocido ya el fallo del Supremo de reabrir la causa. "Si no asistí a la reunión, no fue porque tuviera una excusa", confesó sin ambages, para añadir: "No fuimos porque, conscientemente, los representantes del PP en esta provincia elegidos democráticamente en el congreso de Orihuela decidimos no ir".

Ripoll, arquitecto de 53 años, es padre de tres hijos y está casado con Margarita de la Vega, a quien hizo una declaración de amor en la rueda de prensa posterior a un pleno del Consell, cuando se le preguntó sobre su contratación como responsable de Relaciones Institucionales de la Universidad de Elx.