Vistas las expectativas que está creando la próxima inauguración de la línea AVE Madrid-Valencia, el recuerdo de la famosa película de Berlanga (gracias, Luis) resulta inevitable: los gastos y el endeudamiento en Villar del Río para recibir lo que se suponía iba a ser el maná perpetuo de Mr. Marshall acabaron en una frustración al ver pasar de largo la comitiva americana. Veremos qué ocurre en nuestro caso, pero creemos que aún se pueden aportar ideas para evitar otros errores.

Se trata de una línea exclusiva cuyos beneficios no guardan proporción con sus costes. Exclusiva: en sus estaciones, solo para viajeros, penaliza paradas intermedias, y un precio del billete muy alto. También excluyente, pues la misma Renfe elimina la competencia suprimiendo, a partir de diciembre, los trenes Alaris y Talgo. O sea, alta velocidad y baja accesibilidad.

Aunque la velocidad no es el único indicador de la calidad ferroviaria, la nueva línea AVE (1h 50' o 1h 35', con o sin paradas) habría resultado innecesaria si se hubiera completado la mejora de la línea existente por Albacete como estaba previsto hace 20 años, con lo que se habría reducido el trayecto Madrid-Valencia a 2h 15', mucho antes y con tarifas más asequibles. Todavía podemos evitar el mismo error en la línea Valencia-Castelló-Barcelona, priorizando la modernización de la actual en lugar de crear una paralela.

El proyecto inicial de aprovechar el corredor histórico de acceso a la Meseta por el puerto de Almansa, resultaba más racional -por su mucho menor coste y mejor conectividad con Alicante y Murcia- que la nueva línea por Cuenca, que tiene un relieve mucho más complicado. La mayor longitud de la primera (70 km), exagerada en su momento, no justifica la solución adoptada finalmente. Recordemos que la administración había elegido en principio la opción más razonable. En cuanto a la financiación, las promesas oficiales para un sistema mixto se han evaporado, pues todo proviene de fondos públicos, para satisfacción del sector privado.

La modernización general del ferrocarril habría supuesto ampliar las conexiones, liberar tráfico de las carreteras y socializar las ventajas de este medio, sin competidor en las distancias medias peninsulares. La experiencia de las líneas AVE en servicio, a pesar del triunfalismo oficial, no ha cubierto las expectativas anunciadas. ¿Hay motivos, en época de crisis, para suponer que la línea Madrid-Valencia se va a comportar de manera diferente?

Aunque nos aseguran que el trasvase de viajeros se producirá del avión y de la carretera al AVE (80 euros, precio estándar, la tarifa promocional web acaba desapareciendo) ¿No parece más razonable prever, como pasó en Sevilla, un trasvase importante de viajeros del tren a la carretera? El autobús es tres veces más barato y un vehículo privado con dos o más personas, también. De los viajes aéreos -sin olvidar la competencia de los de bajo coste- se seguirán manteniendo los que necesitan conexiones en Barajas.

Visto pues lo sucedido en el corredor Madrid-Comunidad Valenciana, creemos necesario unificar el ancho de vía en el corredor mediterráneo. Por su parte, Renfe -se supone que es un servicio público- debería aumentar la oferta de trenes a Madrid por Xàtiva y adoptar una política comercial que, en lugar de imitar lo peor de las compañías aéreas, garantice estabilidad tarifaria con precios especiales para jóvenes, grupos y unidades familiares, como sucede en Francia o Alemania. Continuará.