Detrás de la decisión de un padre de San Antonio de Benagéber de prohibir que su hija estudie la novela "Drácula" por su simbología anticristiana, hay algo más que una creencia religiosa. En un caso así se asoman también conceptos como el integrismo, el significado literario o la conveniencia de marcar la enseñanza que reciben los niños.

Es lo que opinan los educadores y expertos en literatura consultados por este periódico tras conocerse el caso de esta alumna del Colegio Imperial San Vicente Ferrer que no hará el trabajo sobre la obra de Bram Stoker que le mandó su profesor porque su padre lo considera un "escándalo" para un centro católico y concertado como éste.

Todos coinciden en que es la primera vez que ven en Valencia un caso como éste de "censura" -aunque sea familiar, como la que nos ocupa- de una obra literaria universal con más de un siglo de existencia como es "Drácula". Así, José Montalvá, portavoz de Escuelas Católicas de la Comunidad Valenciana (ESCACV) mostraba ayer el apoyo de la asociación a la dirección del centro al que acude la niña por defender el estudio "a nivel literario" del libro.

"No podemos valorar la actitud del padre porque no teníamos conocimiento de lo que ha ocurrido -señaló ayer Montalvá-, pero "Drácula" tiene un valor literario que hay que conocer". "Quizá el padre ha sido un poco integrista. Es una barbaridad".

Santiago Celestino Pérez, profesor de literatura de la universidad Cardenal Herrera-CEU defiende la idoneidad de la figura del padre "para educar a su hija", por lo que no entró a valorar si este vecino de San Antonio había acertado o no prohibiéndole el estudio de "Drácula. Eso sí, como católico defendió la conveniencia de estudiar esta y otras obras literarias, "sean cristianas o no", para obtener conclusiones. "Quizá el padre debería haberle dicho a su hija que hiciera el trabajo pero rebatiéndolo desde el punto de vista de sus creencias".

Más rotundo contra la actitud del padre se mostró el Sindicat de Treballadors de l'Ensenyament del País Valencià (STEPV) que, a través de su portavoz Vicent Mauri, comparó el caso de San Antonio de Benagéber con el de las familias norteamericanas que se niegan a que sus hijos estudien la evolución. "Tras actitudes como esta se esconde una situación que ya se da en otros lugares del mundo que es la intromisión ideológica de las familias -señala Mauri-. La ideología del padre no puede decidir lo que el colegio tiene que enseñarle a su hija. Se está cruzando una linea peligrosa".

La Iglesia contra Harry Potter y Crepúsculo

Después de tantos años, y a pesar de su diabólico aspecto, Drácula ya no le da miedo a la Iglesia católica. En cambio, otros vampiros más modernos y cursis parece que sí. Es el caso de "Crepúsculo", la saga de libros y películas en la que "los hombres y las mujeres son transformados con horribles máscaras y una vez más se usa el viejo truco del esoterismo y los extremos que tanto gustan a la juventud para arrasar en taquilla", según declaró Franco Perazzolo, Consejero pontífice de Cultura.

Semanas antes de estas declaraciones, la Iglesia católica italiana había condenado la fiesta de Halloween por ser "anticristiana y peligrosa" y pidió a los padres que no disfrazasen a los niños de fantasmas, brujas y de vampiros.

El Vaticano también criticó duramente Harry Potter, tanto los libros como las películas por "intentar corromper a los cristianos". "Harry Potter propone una equivocada y maliciosa imagen del héroe, una inreligiosa, que es incluso peor que una explícita proposición anti-religioso", señalaba la Santa Sede en un semanario.