Juventud y violencia de género van de la mano cada vez con mayor frecuencia. Ese amor de adolescencia que comienza como un cuento de hadas y que, poco a poco, se transforma en un relato de miedo cuando aparecen los celos, los comportamientos obsesivos o el primer bofetón. Aunque en número todavía son pocos casos si se compara con otras estadísticas, los expertos no dudan en dar la voz de alarma: se está rejuveneciendo el maltrato. En concreto, el 11,8% de las víctimas no ha cumplido todavía la mayoría de edad y, si se amplía el margen de edad a menores de 25 años, una de cada cuatro asesinadas por sus parejas se encuentra en este tramo de edad, según consta en el III Informe Internacional sobre Violencia contra la Mujer, publicado por el Centro Reina Sofía y la Universitat Internacional Valenciana en el año 2010.

Hay más recursos dedicados a la violencia machista, una ley específica, más información pero, a pesar de todo, los feminicidios continúan con vaivenes que los expertos no se explican pero para los que sí apuntan una solución: prevención desde edades tempranas. Porque los logros de 2009, cuando se consiguió que hubiera menos asesinatos de género, se diluyeron en 2010, con 15 asesinatos más (71 en total -de los que 8 fueron en la Comunitat Valenciana-), y llevan un camino similar en 2011 (16 asesinatos hasta finales de marzo).

De ahí la insistencia de los profesionales en que hay que educar en la igualdad y el respeto desde pequeños. La profesora del Grado de Primaria de la Universitat Internacional Valenciana y experta en violencia de género, Mª Jesús Hernández, es tajante al respecto: "las medidas educativas que se han implantado tendrán efecto a medio o largo plazo pero hay otro camino que no podemos obviar: el de que los profesores eduquen en valores como el respeto, la igualdad o la solidaridad a los niños que dan sus primeros pasos en la escuela".

Además, esta experta también destaca la importancia de ofrecer a los docentes herramientas que permitan detectar y resolver conflictos en las aulas. "Los adolescentes tienen tendencia a la imitación y es tarea de todos (familia, educadores, medios de comunicaciónÉ) hacerles ver qué es lo que está bien y lo que está mal, evitando que sean insensibles a la violencia que observan en imágenes y la relativicen", apunta.

Evitando conductas violentas en la escuela se pueden frenar situaciones que, en ocasiones, derivan en malos tratos. Además, determinadas características de los agresores de malos tratos se observan también en los menores que ejercen violencia: son obsesivos, inseguros, poseen baja autoestima, actúan por impulsosÉ Características o factores de riesgo que los profesores sabrán detectar si ellos también reciben la formación adecuada.

"Tampoco debemos olvidar el factor padres, pues los docentes tienen que comprender el papel que desempeñan éstos (ser padres es la profesión más difícil) e identificar el modelo educativo que ejercen", comenta Hernández. Estos modelos se caracterizan por padres permisivos, padres autoritarios o padres hiperprotectores, siendo este último el que prevalece actualmente. "Son padres excesivamente pendientes de sus hijos, lo que puede generar conductas disruptivas que el profesor debe conocer", explica.

Socialización en las aulas

Por ello, M.ª Jesús Hernández, que imparte la asignatura de Sociedad, Familia y Escuela en la Universitat Internacional Valenciana, recuerda que es fundamental "formar a los formadores, dotar a los profesores del mañana de una educación basada en valores humanos para que los transmitan a sus alumnos desde bien pequeños". Hernández explica que las nuevas titulaciones dirigidas a profesores apuestan por potenciar aspectos como los canales de socialización, la escucha activa, la afectividad o la inteligencia emocional, así como herramientas para la prevención y resolución de conflictos. "El maestro debe saber trabajar las habilidades sociales de sus alumnos y hacerles comprender, desde niños, que chicos y chicas son iguales y que, además, hay que saber respetar el 'no' de una persona. Es decir, tenemos que transmitirles, por un lado, que se puede dar una negativa por respuesta ante una propuesta y, por otro, que no hay que rechazar o dejar de lado a quien se niega a algo", detalla esta experta.

En este sentido, Hernández recuerda que uno de los problemas en la violencia de género es el miedo que siente la víctima al rechazo de su entorno y a no encontrar apoyo. "En muchos casos la mujer no da el paso de denunciar a su agresor porque no encuentra apoyo real en su entorno y porque teme ser victimizada de nuevo por su familia, la policía o la justicia", apunta la profesora. Un dato confirma esta realidad, ya que según datos del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, el 40% de los españoles culpa a la maltratada de su situación por seguir con su maltratador.

"Es reiterativo", afirma Mª Jesús Hernández, "pero con una educación que potencie valores de igualdad, respeto, libertad, ayuda, solidaridadÉ se avanzará en la lucha contra la violencia hacia las mujeres".