En la Comunitat Valenciana hay cada vez más bosques pero no están limpios. No, al menos, como debería hacerse para evitar los incendios descontrolados que, al final del año, se convierten en la principal plaga que azota los montes valencianos.

Así lo expone el decano del Colegio de Montes de la C. Valenciana, Fernando Pradells, quien insiste en que "es necesario aplicar una mejor gestión de los montes para evitar las consecuencias tan desastrosas que cada año tenemos".

Para Pradells, a los montes valencianos "les hace falta más silvicultura, lo que coloquialmente se conoce como mantener los montes limpios". Porque, sobre todo en verano con el aumento de las temperaturas y la escasez de lluvias, los montes son más susceptibles de que se originen incendios. Esta circunstancia, además, se complica, según Pradells, si la masa forestal está plagada de arbustos al no habérseles practicado las podas correspondientes, la técnica de clareos y la creación de fajas, a fin de proteger la vegetación y como barrera de protección frente al fuego.

Desaparece la agricultura

El principal motivo por el que cada año avanza la masa forestal en la C. Valenciana, hasta a 10.000 hectáreas por año, según indica el experto, "no es porque se gestione bien la superficie verde", sino porque las tierras de cultivo cada vez más son abandonadas, y hay menor número de población que se dedica a la actividad de la agricultura. La falta del cuidado del agricultor al terreno, del fomento del cultivo, hace que las tierras se pierdan ganando terreno la superficie forestal.

Sin embargo, según Pradells, el terreno no se mantiene limpio y sin broza, cuidado de maleza. Sino que el abandono del agricultor no se palia con ningún otro cuidado.

Además de la falta de cuidado del monte, la salud de las tierras no es mala. Frente a otras comunidades autónomas que tienen graves plagas de procesionaria en los pinos o el conocido mal de las encinas, la C. Valenciana no es especialmente dada a tener muchas bajas entre sus árboles por estos males que afectan a los árboles.

Entre los árboles que se incluyen en el informe entre las especies más amenazadas se encuentran el pinar, las encinas, la carrasca, árboles autóctonos de la zona mediterránea, entre muchos otros -se citan hasta 60-. Sin embargo, el decano valenciano insiste en que a este territorio "no le hace falta tanto la repoblación de sus especies como una buena gestión".

Es decir, Pradells sostiene que la naturaleza tiene sus mecanismos de reforestación cuando, como por la causa de un incendio, queda arrasada, sin embargo, "se gana más evitando que una zona quede asolada, ganándole hectáreas al fuego, que no que haya que reforestarla después".

El técnico considera que la intervención del hombre en la repoblación "debe ser estudiada y planificada para controlar las especies propias de un territorio, no invadir su vegetación tradicional y no fomentar la proliferación de plantas invasoras".