Ayer falleció en Roma el cardenal Agustín García-Gasco, arzobispo emérito de Valencia, a causa de un infarto. El purpurado se había desplazado hasta la capital italiana para asistir a la beatificación del papa Juan Pablo II, pero no pudo llegar a la ceremonia. Según confirman desde el Arzobispado de Valencia, la noche del sábado manifestó «sentir frío» antes de irse a dormir, y minutos antes de comenzar la ceremonia, desde la Casa de acogida de Peregrinos «San Juan de Rivera» de las Obreras de Cruz de Roma, donde estaba hospedado, se avisó a una ambulancia para trasladarlo al hospital San Carlos de Nancy, próximo al Vaticano, donde certificaron su fallecimiento.

Se le esperaba para desayunar en el comedor de la residencia y al no presentarse, saltaron las alarmas. Llamaron a la puerta de su habitación pero ya no contestó. Al cardenal se le pudo ver la noche anterior en la vigilia en el Circo Máximo, donde se captaron sus últimas imágenes.

La beatificación el papa ha quedado empañada por este suceso que ha provocado múltiples reacciones en los ámbitos, político, social y educativo. Y ha provocado que el Gobierno valenciano decrete un día de luto en señal de condolencia. García-Gasco, nació en Corral de Almaguer, en la provincia de Toledo en 1931, era hijo adoptivo de Valencia. Aunque ese nombramiento contó con la oposición del PSPV, que consideró que el cardenal fomentaba «la división y la confrontación». Y es que el religioso mantuvo un perfil político muy acentuado y, en particular, fue muy crítico con el Gobierno de Rodríguez Zapatero, quien lo llegó a señalar como «uno de los principales responsables del envenenamiento de las relaciones entre la Iglesia católica y el Ejecutivo».

A la espera del féretro

El Arzobispado de Valencia espera la repatriación de los restos mortales del cardenal a lo largo del día de hoy. Eso, en el caso de que no se le practique la autopsia, —todo parece indicar que no se hará por deseo expreso de la Iglesia—, en caso contrario, se retrasarán los funerales. Un avión procedente del aeropuerto Leonardo Da Vinci (Fiumicino) traerá a Manises a García-Gasco procedente del Instituto Policlínico de Gemelli. Se le alojará en el palacio arzobispal, donde será instalada su capilla ardiente y en la diócesis serán decretados dos días de luto. Los valencianos tendrán la oportunidad de poder despedirse del cardenal entre el martes y el miércoles, día en el que están previsto su funeral. La Catedral de Valencia celebrará la misa en honor al difunto y en la capilla de San José se le dará sepultura. El último arzobispo de Valencia que se enterró en ella fue Miguel Roca Cabanellas, en 1992. El cardenal descansará junto al arzobispo Simón López y García.

La Catedral, sepulcro de monseñores e insignes civiles

Las 30 capillas de la Catedral de Valencia dan sepulcro, al menos, a 36 destacados insignes de la historia valenciana. En su mayoría, son obispos y arzobispos, también un cardenal, Herrero y Espinosa, y un obispo, Raimundo Gastón, que desde el s. XIII estaba enterrado en la capilla de San José —donde será enterrado ahora el cardenal— y al ser descubierta en 2003 su tumba, pasó a la que está destinada a la Virgen del Pilar. Sus suelos guardan, por ejemplo, al tercer obispo de Valencia Fray Andrés de Albalat, quien puso la primera piedra de la catedral. Muchas capillas están vacías, otras contienen urnas con reliquias de mártires valencianos de la persecución valenciana del 36.

La capilla de Santo Tomás de Villanueva tiene una urna con los huesos y el cráneo del santo y la capilla Virgen del Puig, tiene un nicho en memoria San Francisco Javier aunque su cuerpo se conserva en la ciudad india de Goa. Pero también hay varios civiles. La capilla de la Beata Josefa Naval Girbes tiene en el pavimento la tumba del poeta valenciano Ausiàs March con un verso suyo en la losa. La de San Agustín alberga al erudito Gregorio Mayans y Síscar y a sus familiares. La de San Jaime Apóstol tiene el sepulcro del hijo primogénito del Jaume I, el infante Alfonso de Aragón y de su esposa. Y están también el gobernador Berenguer de Blanes, del Marqués de Albaida Diego de Covarrubias o de Gregorio Ridaura, un beneficiado de la Catedral.

Además, hay una capilla dedicada a las Reliquias. En su día fue un tesoro pero se perdió en el año 1812, en Mallorca, a donde se habían trasladado, y que acabaron fundidas y convertidas en monedas para pagar a las tropas que luchaban contra Napoleón. A pesar de ello, aún quedan relicarios de gran valor como un reliquia de la Vera Cruz, del Papa Calixto III o del brazo de San Jorge.