­Más de 24 horas después de que el segundo premio de la Lotería de Navidad regase Manises con decenas de millones y convirtiese la localidad en una auténtica fiesta, el dinero apenas ha hecho acto de presencia en las calles. Tan sólo las colas en las entidades financieras y las numerosas ventas de jamones delataban ayer el paso de la diosa fortuna. «Llevamos toda la mañana entregando pedidos de jamones —explicó María Cortina, de la charcutería Floren, en el mercado Els Filtres—. Por lo menos habremos vendido medio centenar o más». Y no sólo eso. Los nuevos ricos que el sorteo dejó el jueves también han apostado por celebrar la Pascua «con quesos, patés de calidad y alta charcutería».

Fuera de esos productos, no se ve ni un euro de más en los negocios, si acaso de menos. De hecho, todos los comerciantes coincidieron ayer en señalar que «hay muy poco movimiento» en los establecimientos, «bastante menos del que sería normal en estas fechas». Para ellos la explicación está clara: «La gente a la que le tocó la lotería está aún de resaca. Mañana (por hoy) probablemente será mejor en cuanto a ventas», aunque todos están convencidos de que sólo empezarán a notar la afluencia de dinero en el pueblo «en la campaña de Reyes y no ahora».

Así lo confirmaron varias jubiladas que, después de «ingresar las papeletas en el banco», se detuvieron a «tomar un café todas juntas» para celebrar su buena suerte. «Voy a dar estrenas a mis hijos y mis nietos el domingo —comentó una de ellas—. Ya tengo todo preparado y no me voy a poner a cambiarlo ahora. Si hago algo extra será más adelante, para Reyes o incluso más tarde».

El dinero, para saldar créditos

Muchos vecinos, como Dolores Gabaldó y Genoveva Tadeo, creen, sin embargo, que ese dinero que arribó con el sorteo nunca llegará a verse en la calle porque «muchos lo destinarán a pagar deudas». Sin ir más lejos, algunos de sus amigos, que «estaban ahogados económicamente» hasta el jueves, invertirán la totalidad del premio «en zanjar los créditos que tienen y respirar por fin después de pasar una época muy apurada».

Vicente Moreno, de la joyería Platinum, que ayer también estaba vacía como gran parte de los comercios de Manises, es de la misma opinión. «El pueblo estaba completamente hundido —relata— y el sector comercial aún más. La gente estaba muy empeñada y es normal que ahora no se gaste el dinero en regalos, sino que lo guarde para lo que aún pueda estar por llegar de esta crisis».

Pese a toda esa discreción, algunas ONG —Acnur, entre otras— no desperdiciaron ayer la ocasión de recorrer las calles de Manises en busca de almas solidarias a las que no les importase destinar una pequeña cantidad del premio en ayudar a los más desfavorecidos.

Sin embargo, no hallaron demasiados agraciados por la calle, algo normal si se tiene en cuenta que muchos se acostaron a altas horas de la madrugada. Y es que, si los comercios estaban vacíos en la mañana de ayer —a excepción de los establecimientos de alta charcuterías, carnicería y pescadería—, los bares y cafeterías estuvieron «a reventar» en la noche del jueves. «En mi bar estuvimos de fiesta hasta muy tarde —contaba ayer la propietaria de uno de los locales—. Descorché por lo menos seis botellas de cava y la gente no dejó de consumir en todo el tiempo. Había mucha alegría porque habíamos vendido papeletas a los clientes y todos estuvieron de celebración hasta bien entrada la noche».

Pero si por algo destacó la jornada de ayer en Manises, el día después a la lluvia de millones, fue por los corrillos de personas que se formaban espontáneamente en cualquier esquina, en una acera o en la puerta de un comercio, para contarse cómo se habían hecho (o no) con una participación de las que resultaron agraciadas. «A mí me la trajo mi nieta —le contaba una anciana al cliente de un bar—. Le dije que no quería lotería pero se empeñó en que le comprase y ahora mira»: 15.000 euros.