Es como la parábola bíblica del ciego de Jericó que recuperó la vista, pero sustituyendo la fe por una ciencia y tecnología de última generación y cambiando la consideración de mito por la de hecho constatable. Un proyecto presentado ayer en Valencia, que ya ha sido probado en medio centenar de personas, permite a las personas con ceguera sobrevenida (no a los ciegos de nacimiento) recuperar parte de su visión gracias a un complejo entramado que raya la ciencia ficción.

Al paciente se le implanta un microchip debajo de la retina y se le colocan unas gafas que llevan una pequeña cámara de vídeo integrada en la montura. La imagen que capta la cámara es transmitida a un microprocesador insertado en la misma montura. El microprocesador convierte la imagen en señales eléctricas que son enviadas, vía wireless (es decir, sin cables) al microchip implantado debajo de la retina del paciente. Esta señal provoca los estímulos necesarios para transmitirlos hasta la corteza occipital del cerebro, que es la zona donde se registra la visión.

Esta fría y alambicada teoría, desarrollada por el investigador alemán Helmut G. Sachs y presentada por él mismo en el Congreso de la Sociedad Española de Retina y Vítreo que ayer se inició en Valencia, cobra todo su sentido cuando se ve en la pantalla la proeza conseguida con un alemán de mediana edad. El hombre llevaba diez años ciego tras sufrir una enfermedad ocular, pero en su retina persistían zonas donde aún se localizaron células activas. Allí se le implantó el microchip y le pusieron las gafas. En la imagen, sentado delante de una mesa, el hombre logra reconocer un plátano y una manzana. En otro vídeo, el alemán es capaz de distinguir un plato, una cuchara, un cuchillo o una taza. Y en un tercero, puede volver a leer después de muchos años las cuatro letras (gigantes, del tamaño de un cartel de carretera) del nombre de pila del piloto de Fórmula 1 Mika Raikkonen, entre los emocionados aplausos de los investigadores que le atienden.

El paciente, que estaba «muy excitado» en los momentos previos a los ensayos definitivos, quedó «muy sorprendido» y «muy agradecido» con la intervención. El equipo investigador, añadió Helmut G. Sachs, sintió «una gran satisfacción» por devolverle parte de la visión.

Como este afortunado alemán, otros 50 pacientes, aproximadamente, se han sometido a esta técnica de bioingeniería conocida como implante retiniano. A los ciegos de nacimiento no se les puede practicar, pero es un tratamiento ideal para paliar los efectos de la temible retinosis pigmentaria, que hace perder la visión a gente de todas las edades.

Helmut G. Sachs afirmó que «no todos los pacientes consiguen el mismo resultado, porque depende mucho del estado de la retina en el momento en que se implanta el microchip. Pero conseguiremos mejores resultados en el futuro a medida que vayamos mejorando los chips», confió el investigador alemán que encabeza esta técnica de visión artificial.

Se comercializa ya en Europa

Según explicó Sachs, hay dos proyectos que usan esta técnica: uno americano y otro alemán. El proyecto americano ya está comercializado en Europa (concretamente en Suiza y Francia), y el proyecto alemán tiene previsto comercializarse en un futuro próximo. De momento, esta técnica se encuentra en fase de experimentación humana, pero todavía no está implantado en la práctica clínica diaria.

Células madre para la ceguera fruto de la edad

El XVI Congreso de la Sociedad Española de Retina y Vítreo, que entre ayer y hoy congregan a 800 oftalmólogos en el Palau de Congressos de Valencia, albergó ayer la presentación de otras técnicas revolucionarias para la curación de las enfermedades de la retina, causa principal de la ceguera sobrevenida, como la degeneración macular asociada a la edad y el edema macular por retinopatía diabética.

Hasta ahora, los pacientes con estas enfermedades han de someterse a inyecciones intravítreas (dentro del ojo) cada mes, con la consiguiente agresión para el ojo, el daño psicológico y el sobrecoste médico. La primera técnica, presentada por Alfredo García Layana, consiste en un tratamiento con células encapsuladas que producen por ellas mismas los agentes terapéuticos para «curar» el ojo y hacer que pierda la menor visión posible. Para evitar que el sistema inmunológico las ataque, estas células productoras son recubiertas mediante aglinato, que permite el paso de los nutrientes y de los productos terapéuticos. Así, sólo haría falta ponerse la inyección «una o dos veces al año», dijo García Layana. Tras el éxito en la experimentación con animales, se espera que «en dos o tres años» puedan realizarse ya ensayos clínicos con humanos.

El doctor José Mª Ruiz Moreno presentó la terapia génica no viral para la liberación sostenida de proteínas terapéuticas, que permite, por medio de la inyección en el ojo, la modificación de contenido genético para lograr la función terapéutica. p. cerdà valencia