La solución a la masiva fuga de cerebros que desangra el país pasa por fomentar el estudio de idiomas, pero no para que los jóvenes españoles con una formación altamente cualificada busquen una salida laboral en Alemania, Estados Unidos, Inglaterra o Suiza, por ejemplo, sino para que con el dominio de otras lenguas atraigan a España a profesionales cualificados de esos paises para consolidar el tejido empresarial y productivo del pais y puedan construir futuro.

Esta es la visión que sostiene el catedrático de Historia de la Educación y de Educación Comparada de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), José Luis García Garrido (Bajadoz, 1937), que ha resaltado que el conocimiento de lenguas no debe utilizarse como un puente de plata para que los mejores salgan del pais, sino para «atraer a profesionales cualificados de otros paises hasta nuestra economía, lo demás es un suicidio».

García Garrido ha calificado de auténtico «dramón» el éxodo obligado al que están abocados los mejores y más brillantes estudiantes y profesionales de nuestro pais ante la falta de perspectivas, incentivación y reconocimiento social y económico que tienen tanto en la Comunitat Valenciana como en el resto de autonomías.

«Estoy francamente preocupado —reconoció—, se nos están yendo los mejores», declaró el docente que planteó que los dos grandes retos a los que ahora mismo se enfrenta la sociedad es cómo retener a los profesionales más excepcionales y cómo superar la barrera actual de ese 4 % de alumnos de excelencia —no salen más— para que, en caso de que unos se vayan, queden otros que puedan sostener y tejer el futuro del país. El catedrático de la UNED anunció la gran diferencia que existe entre la emigración de españoles a Alemania en los años sesenta y la de los actuales profesionales.

Los más permeables y flexibles

«Entonces la gente enviaba dinero a España y soñaba con volver, mientras los que ahora se marchan no mandan dinero y como son jóvenes, con toda probabilidad van a tener un novio o una novia, y van a crear una familia y con la familia desarrollarán el arraigo y como son los mejores son más flexibles y adaptables, tienen éxito porque son más permeables y es obvio que se quedarán allí y no volverán nunca jamás», apuntó el profesor, que indicó que, aunque quisieran, tampoco van a regresar porque aquí lo único que se les ofrece son sueldos mileuristas y ningún reconocimiento ni incentivación.

García Garrido recordó también que los que no encuentran más salida que viajar a otros países porque el futuro que tienen en España es «horrendo», son también los que más dinero ha invertido el Estado en su formación. «Son estudiantes que han tenido las mejores becas, postdoctorales y de posgrado». «Es que hemos estado pagando becas para que luego las aprovechen la señora Merkel o Obama, es que además de pobres, somo idiotas», añadió.

Un cambio educativo

La fuga de cerebros es, en opinión de García Garrido, «un fenómeno mucho más grave que la propia crisis económica, porque apunta a un futuro no reversible». Entre las soluciones que sugiere este gran experto que conoce de primera mano —viaja continuamente— la realidad educativa y social que se vive en numerosos paises europeos y americanos, es la necesidad de emprender un cambio educativo.

«Desde la Logse, las políticas educativas han sido lamentables, el sistema educativo lleva dando tumbos veinte años, España es el país que más mediocridad arroja en términos educativos entre el grupo de paises de la OCDE y no estoy hablando del fracaso escolar», expresó el catedrático que calificó de «preocupante» que solo un 4 % de los estudiantes tiene un buen rendimiento mientras que en otros paises las cifras que se manejan son del 15 al 20 %. Y si además ese 4 % se vá, «no es que el futuro vaya a ir mal, es que va a ir a peor», destacó García Garrido que reiteró la «gran sangría» que para la economía española supone perder a los mejores y que, de no cambiar nada, «nuestro futuro como pueblo es impresionantemente negro».

Una escuela más exigente

Como es mucho más optimista que derrotista, García Garrido propone hacer un cambio radical en las políticas educativas, para dejar atrás ese ambiente caduco de exigencias mínimas y de padres preocupados pero, en el fondo, desinteresados de la educación que reciben sus hijos. «Esta situación tiene que revertir y para ello tiene que haber una escuela más exigente y más interesante y un mercado social que defienda con uñas y dientes a los jóvenes para evitar que se vayan y trabajar al unísono en ambos sentidos», agregó.

García Garrido declaró que hay que dejar de lado la demagogia de la escolarización y fomentar lo mejor de cada estudiante, «no se trata de café para todos —agregó— sino de ser selectivo, de poner a cada uno en su sitio, de llegar a las metas mejores para cada uno y que cada uno ocupe su lugar».

En este cambio radical al que aludió el catedrático hay que agradecer el esfuerzo personal y el mérito. «No podemos hacer de la educación un sitio donde se lo pasen mal, que las escuelas sean exigentes, atractivas, que a los chicos se les trate de forma diferenciada a partir de los 13 años». García Garrido indicó que el problema no es el dinero, «sino la incentivación y motivación». Y en contra del discurso deprimente de la crisis, el catedrático sostiene que esta situación económica es un acicate.

«La crisis tiene aspectos más grandes que el económico, pero hay que ayudar a a opinión pública a comprender que es un momento estupendo para el cambio, para repensar nuestra situación como sociedad y aprovecharla porque la crisis puede ser un revolutum importante para cambiar valores y estructuras cómodas y caducas». Se trata de cambiar la mentalidad para cambiar el presente.