La mosca negra ha causado estragos este verano desde Carcaixent hasta la desembocadura del Júcar en Cullera. En Sueca doscientos vecinos fueron atendidos en el departamento de salud de la Ribera por la picadura de este invertebrado. En Alzira los vecinos del Barrio de les Barraques fueron los más afectados por el ataque de esta mosca, lo que ha provocado que el ayuntamiento se lanzara a fumigar los cañares de la ribera del Júcar con un inhibidor del crecimiento, «Dimilín». Esta última decisión y los comentarios, equivocados, que aseguran que la mosca negra «viene del Ebro y prolifera en los arrozales» es lo que han llevado al biólogo y especialista en macroinvertebrados, Juan Rueda, a ofrecer su colaboración a los ayuntamientos afectados por la proliferación de la mosca negra para combatirla e, incluso, a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). Sin mucho éxito, hasta ahora.

Rueda advierte que es un error utilizar inhibidores del crecimiento, como el producto Dimilín utilizado en Alzira, para combatir la mosca negra «porque no afecta a su fase adulta. Y de nada sirve tratar la vegetación terrestre (como las cañas) con los inhibidores de crecimiento porque estos no son específicos y perjudican a otras especies. Hacer eso es como intentar matar moscas a cañonazos sin ni siquiera dar en la diana».

Los mejores ejemplos del control de plaga se están realizando en el Baix Ebre i Montsià y en Zaragoza. «En el río Ebro el Consorci de serveis agroambientals de les comarques del Baix Ebre i Montsià realizan desde 2006 un control ejemplar dirigido por Raul Escosa. Y en Zaragoza, el doctor Javier Lucientes, profesor del departamento de Patología animal de la Facultad de Veterinaria, también realiza un interesante seguimiento», relata el biólogo Juan Rueda. «El tratamiento más adecuado es el que se realiza sobre las larvas en el agua del río con una bacteria, el Bacillus thuringiensis var israelensis, que es un producto biológico y eficaz al 100% siempre que su aplicación sea la correcta», señala el especialista en macroinvertebrados. Además también se debe «retirar la vegetación acuática sumergida que acoge gran cantidad huevos, larvas y pupas». De ahí la importancia de que fuera la Confederación Hidrográfica del Júcar la que comandara una «estrategia global desde Carcaixent hasta la desembocadura del río Júcar, en lugar de que cada ayuntamiento hiciera la guerra por su cuenta, ya que el problema irá en aumento si no se actúa con rigor».

Juan Rueda también quiere desmontar el falso mito „¿malintencionado?„de que «la mosca negra viene del Ebro o prolifera en arrozales». «Es rotundamente falso. Los ríos de la Comunitat Valenciana y de otras comunidades se bastan por sí solos» y, de hecho, el autor tiene identificadas unas diez especies de mosca negra en aguas valencianas. Y los arrozales «no tienen nada que ver con el ciclo de la mosca negra. Se circunscribe exclusivamente a aguas corrientes y normalmente limpias y oxigenadas con ciertas cargas de materia orgánica de la que se alimenta. Y su larva se desarrolla en la mayor parte de los ríos de la Comunitat Valenciana de forma habitual».

De todas las especies de mosca negra, que no todas son agresivas con los humanos, «la conflictiva se denomina Simulium erythrocephalum y actualmente su mayor población se encuentra entre Carcaixent y la desembocadura del Júcar en Cullera. En los últimos años, desde 2009, se ha visto favorecida por el aumento de vegetación acuática sumergida. Tiene un sustrato que le gusta más que cualquier otro debido a una mayor oxigenación del agua, proporcionada por el movimiento de las hojas», explica Juan Rueda, quien ha podido obtener todos estos datos gracias a un estudio financiado por el Ayuntamiento de Valencia.