El cardenal valenciano Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (uno de los nueve ministerios vaticanos), oficiará hoy una misa en la Basílica de San Pedro del Vaticano siguiendo el rito anterior al Concilio Vaticano II: en latín, de espaldas a los fieles y sin saludo de la paz. Esta liturgia preconciliar, bandera del conservadurismo y la ortodoxia más esencialista en el seno de la Iglesia, será utilizada con bendición oficial, puesto que Benedicto XVI restituyó en 2007 la posibilidad de celebrar la eucaristía, de forma extraordinaria, según el Misal Romano de 1962.

La misa, programada para las 15 horas de esta tarde, está dedicada a los fieles del peregrinaje Una cum Papa nostro, favorables a la recuperación de la misa tridentina. El purpurado de Utiel, en una entrevista concedida al vaticanista del diario La Stampa Andrea Tornelli, asegura que esta celebración a la antigua representa «una forma para hacer entender que es normal usar la forma extraordinaria del único rito romano» y que permite constatar que «existen dos formas del mismo rito, pero es el mismo rito y, por ende, es normal que se use en la celebración».

Dice Cañizares que lo hará «de buen grado». No extraña. El pequeño Ratzinger comparte con el actual pontífice un gusto extremo por los ritos y la liturgia antiguas. En 2007 ofició una misa preconciliar vestido con la antigua capa magna de cinco metros de cola roja durante la ordenación de dos nuevos curas en Florencia, muy cerca del Instituto Cristo Rey que alberga a los tradicionalistas.

Cinco años después de que el Papa autorizase la celebración de la misa en latín y de espaldas (a través de la carta apostólica Summorum Pontificum emitida en forma motu proprio), el cardenal Cañizares hace un balance positivo de la reinstauración. «Poco a poco „responde a La Stampa„se empieza a comprender que la liturgia es fundamental en la Iglesia y que nosotros debemos volver a dar vida al sentido del misterio y de lo sagrado en nuestras celebraciones. Además, me parece que a cinco años de distancia se puede comprender mejor que no se trata sólo de algunos fieles que viven en la nostalgia del latín, sino que se trata de profundizar el sentido de la liturgia».

La misa de esta tarde se celebra un mes después del cincuenta aniversario del inicio del Concilio Vaticano II, un punto y aparte reformista y aperturista en la senda de la Iglesia. Los sectores católicos más progresistas siempre destacaron el fin de la misa tridentina en aquel concilio. Pero hoy, en el altar de la cátedra bajo el cual está enterrado San Pedro, volverá la liturgia en latín y de espaldas.