Un ciudadano de Europa podría iniciar en el templo de Delfos (Grecia) el sendero GR7-E4 y a través de miles de kilómetros perfectamente señalizados atravesar Bulgaria, Rumania, Hungría, Austria, Alemania, Suiza y Francia, circular por Andorra e intentar seguir hasta Tarifa atravesando Cataluña y la Comunitat Valenciana, donde se encontraría el camino cortado.

Desde 2007, una finca de caza propiedad de Borcier SA-el acrónimo de dos apellidos ilustres, Borbón y de la Cierva-mantiene cortado el GR-7.

Los excursionistas tienen que dar un rodeo agotador subiendo a la cumbre del Pico del Tejo al llegar a la aldea del Reatillo o seguir por la peligrosa carretera asfaltada hasta el Rebollar, en Requena, fin de etapa.

La Generalitat Valenciana, que ha invertido miles de euros en la señalización y recuperación de este camino, que sigue rutas ancestrales de comunicación, sabe al menos desde 2010 que el sendero, la joya de su promocionada "Senda Verde" de caminos y refugios, está cortado. Su página web recomienda desde entonces seguir una ruta alternativa "hasta que se resuelva el problema". Las denuncias recibidas se acumulan, pero el GR-7 sigue tan cortado como el primer día.

El Ayuntamiento de Requena donde se ubica la valla cinegética-autorizada por al conselleria de Medio Ambiente- ha sido informado del corte por denuncias de particulares. El Sindic de Greuges también, pero el camino sigue cortado a su paso por el monte privado. Nadie excepto los montañeros reivindican el carácter público del sendero, incluido en el Registro de Senderos Públicos de la Generalitat.

A unos pocos kilómetros de allí, en las Lomas de Loriguilla, los adjudicatarios del Monte Público de "la Sierra" han iniciado el vallado que interrumpirá en un largo tramo el GR-7, tocado ya de muerte en la Comunitat Valenciana si la Generalitat no interviene.

En el Maestrazgo, donde hay decenas de explotaciones ganaderas atravesadas por el GR-7, los propietarios ponen una sencilla puerta, sujetada con un alambre o con una pequeña rama, que no impide el paso al caminante. El senderista que necesita abrir la puerta la cierra otra vez y sigue su camino. Una fórmula que nadie ha exigido en el caso de Requena.

El paraíso del "prohibido"

En Ayora, diversos colectivos ciudadanos y el propio ayuntamiento, aunque con altibajos, llevan luchando sin éxito al menos desde el año 1996 por la apertura de decenas de caminos públicos que han sido cortados en tramos que suman cientos de kilómetros.

Carlos Feuerriegel, de Ecologistas en Acción, asegura que el problema del corte de caminos públicos, iniciado por los grandes propietarios de fincas cinegéticas valladas, se ha agravado en los últimos años. "La situación es crítica. Los propietarios, incluso los más modestos, ven que se pueden cortar impunemente y que nadie interviene y los vallan para evitar que la gente pase por su propiedad".

En los años de mayor presión, algunos propietarios habilitaron puertas que se podían abrir o cerrar libremente o dejaron franco el paso protegiendo su inversión en piezas de caza mayor con pasos canadienses, pero la impunidad ha llevado a que se "generalice el candado", asegura Feuerriegel.

El alcalde de Ayora, José Vicente Anaya (PP), aseguró a este diario que su voluntad es "recuperar todo el patrimonio público" que haya sido expoliado en los últimos años. "Ahora tenemos un completo y exhaustivo catálogo de caminos públicos en el que se refleja la evolución de cada uno desde 1903, cuando se inventariaron por primera vez, hasta ahora. Cuando el pleno lo apruebe, iremos al registro e inscribiremos el que no esté como paso previo a exigir su apertura", explica el alcalde. que advierte: "No va a ser fácil".