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Aseguró que el alquiler del jet privado en el que el exalcalde de Alicante voló a Creta en el verano de 2008 lo pagó el empresario valenciano Ricardo Fuster, al que sólo le unía una buena relación comercial, y que no conocía ni conoce a Luis Díaz Alperi, ni a los empresarios Enrique Ortiz y Antonio Solana ni al presidente de las Cortes Valencianas Juan Cotino. Todo esto declaró ayer en el Tribunal Superior de la Justicia (TSJ) de la Comunidad quien fuera administrador único de la mercantil que arrendó el avión, Miguel Ángel Barba, pero ninguna de las acusaciones presentes en el interrogatorio, ni la pública ni las privadas, le creyeron.

Barba está imputado (como máximo responsable de Rivaflecha S.L. en las fechas en la que se contrató el polémico vuelo) en la causa que se instruye en el TSJ por los presuntos amaños en el planeamiento urbano de Alicante donde también se encuentran encausados el exregidor, la actual alcaldesa, Sonia Castedo, y Ortiz, entre otros. Con su citación, el fiscal Felipe Briones pretendía despejar la incógnita de quién abonó en realidad el arrendamiento del jet privado en el que Alperi viajó a Creta en el verano de 2008, unas semanas antes de dejar la Alcaldía en manos de Castedo, junto a la concejala Sonia Alegría. Un pretensión que acabó en frustración ya que el acusador está convencido de que el vuelo fue un regalo de Ortiz al entonces primer edil como agradecimiento por la información reservada del PGOU que le habría facilitado y ayer nada de eso pudo ser probado.

«Un buen cliente»

A preguntas de las acusaciones y ante el instructor de la causa, el magistrado Juan Climent, Barba aseguró que fue el empresario valenciano Ricardo Fuster, a través de su mercantil Rocafort S.L. quien abonó el alquiler del aparato: una transferencia de 36.000 euros de un total de 45.000 que después se habría completado en varias entregas.

El imputado explicó que su empresa tenía unas buenas relaciones comerciales con el entramado de Fuster, al que solía facturar sus servicios de transporte de pasajeros por horas. Como ejemplo de lo buen cliente que era el empresario valenciano (también imputado por estos hechos pero quien se negó a declarar ante Climent cuando fue citado el pasado noviembre), Barba llegó poner el ejemplo de servicios de 500 horas por un importe que superaba los 100.000 euros o el hecho de que podía contratar hasta cinco vuelos al día.

En cuanto al jet alquilado para el vuelo griego del ahora diputado autonómico, el empresario concretó que se trató de un servicio extra y que desconocía quién era el pasajero hasta que el tema comenzó a aparecer en los medios de comunicación.

No fue tan preciso el declarante a las preguntas de cuál fue el beneficio de esa operación si su empresa recibió de Rocafort el mismo importe que después abonó a la arrendataria del aparato, Best Fly S.L. Fuentes presentes en el interrogatorio precisaron que el imputado aludió al tiempo transcurrido desde entonces (casi cinco años) para asegurar que no lo recordaba y remitirse a la contabilidad de la empresa, una mercantil que desde 2009 pertenece a otros propietarios y que no podría no estar en su mejor momento de negocio. Otras fuentes apuntaron también que Barba habría precisado que el beneficio estaba precisamente en que Fuster era uno de sus principales clientes. Briones baraja ahora solicitar las cuentas de la empresa para verificar si lo dicho ayer por Barba se ajusta a la verdad así como si ésta mercantil recibió algún tipo de compensación por gestionar este alquiler.

Las investigaciones de la Policía no detectaron ningún ingreso sospechoso en las contabilidad del entramado empresarial de Fuster en los meses anteriores y posteriores al viaje de Alperi a Creta. El imputado explicó también que Rivaflecha se centraba en el transporte de pasajeros, que nunca había tenido relación con el sector inmobiliario y que no conocía a ninguno de los que, según el sumario, intervinieron en la operación del jet, donde también aparece Cotino al negociarse el alquiler del aparato con la empresa de un sobrino suyo.