El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, admitió ayer en su visita a Castelló que los informes técnicos preliminares corroboran que los seísmos de Vinaròs inferiores a tres grados en la escala de Richter «tienen una relación de causa-efecto» con las inyecciones de gas del proyecto Castor, pero argumenta que los movimientos superiores no se atribuyen a esta actividad a pesar de que se situaron en la misma zona y en el mismo periodo sísmico.

Soria hizo estas declaraciones en una visita en helicóptero a la plataforma marina junto al ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, y el presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra. El ministro no quiso explicar cuáles son entonces las causas de los terremotos de mayor intensidad y se limitó a afirmar que éstos «se atribuyen, en principio, al movimiento de una falla, que podría ser la de Amposta u otra más reducida».

Tampoco aclaró el ministro cuáles fueron las causas del movimiento de dichas fallas, aunque a priori, y de forma ambigua, quiso desvincularlo de Castor.

Según Soria, «la mayor parte de los expertos considera que no hay motivos para pensar que puedan ir a más los seísmos en los alrededores del almacenamiento subterráneo de gas Castor».

Pese a ello, apuntó: «hasta que no tengamos un informe fehaciente de carácter científico no se sabrá con seguridad la causa de los movimientos sísmicos». Es por ello que no se retomarán las inyecciones de gas «mientras no se den las condiciones plenas de seguridad». Las afirmaciones de Soria que desvinculan los terremotos de más de 3 grados del proyecto Castor contrastan con las opiniones de un sector de geólogos que concluye que la relación es innegable y que no se pueden separar los seísmos de más de 3 grados cuando ha habido cerca de una veintena de más de 3 grados y otros de entre 3.8 y 4.2.

A este respecto, el profesor de geología de la Universidad de Zaragoza José Luis Simón reiteró que la ubicación de la planta es «arriesgada» y que si se sigue inyectando gas «se estaría tentando la suerte de generar más actividad en la falla, y en otras dos muy cercanas, y causar terremotos mayores». Simón basa sus afirmaciones en el hecho de que el proyecto Castor se sitúa «casi sobre la falla de Amposta, catalogada por el Instituto Geológico y Minero como activa y con un potencial para generar terremotos de hasta 7.1 grados». Asimismo, este experto en la geología de la costa mediterránea señaló que si se continuara inyectando gas no sería improbable provocar seísmos de intensidad 6 o superior. «La falla de Amposta que sepamos es de 51 kilómetros, pero, dependiendo del tamaño del trozo de falla afectado, tendríamos el posible tamaño del terremoto máximo. Que se mueva toda la falla es muy improbable. No obstante, probablemente ahora mismo se haya activado medio kilómetro. Sólo con activar 6 kilómetros de falla, ya hablaríamos de que sería probable un seísmo de magnitud 6 o superior. Muy serio».

Esta vinculación, aunque negada por ciertas corrientes de geólogos, también ha sido respaldada por estudios de universidades como Stanford o la Universidad de Oklahoma, que atribuyó a una inyección de hidrocarburos un terremoto de 5,7 grados en Okla en 2011.

Las palabras del ministro y de la empresa no relajaron a los alcaldes de Peñíscola, Benicarló y Vinaròs. Los tres aseguraron que abogan por el cierre de la planta y que se personarán en todos los procesos judiciales que se abran contra los responsables de los terremotos. Esta postura fue apoyada con matices por el presidente de la diputación de Castelló, Javier Moliner. «O la planta Castor se cierra por incompatible con la normativa y situación geológica y de terremotos creada, o se hace compatible utilizando metodologías que no generen este tipo de afecciones. Si la seguridad no está garantizada, la planta no entrará en funcionamiento, ni ahora ni nunca».