Un estudio sobre la situación actual de la Posidonia oceánica en las costas valencianas realizado por el Instituto de Ecología Litoral (IEL) para la dirección general del Medio Natural de la Generalitat Valenciana ha constatado que el proceso de deterioro de las praderas que constituyen el ecosistema más importante del Mediterráneo se ha estabilizado e incluso muestra algunas tendencias «positivas» que pueden tardar años en consolidarse.

El informe elaborado por el IEL se ha centrado en las praderas de Posidonia incluidas dentro de las zonas marinas declaradas Lugar de Interés Comunitario (LIC) „ «Prat de Cabanes», en Castelló; «El Montgó» y «Serra Gelada i litoral de la Marina Baixa», ambas en Alicante„, aunque es extensible, según sus autores, a todas las estaciones de control de la red Posimed distribuidas por el litoral valenciano.

Juan Eduardo Guillén, Jefe de Investigación del Área de Investigación Marina en el Instituto de Ecología Litoral, asegura que los resultados de la evolución de la densidad (haces por metro cuadrado) en las estaciones pertenecientes a los LIC, comparados con los del resto de estaciones de muestreo «coinciden en que se encuentran en una situación estable o con un ligero incremento positivo de la tendencia».

Los datos coinciden, ademas, con los obtenidos por González Correa (2007) y Terrados y Medina-Pons (2011) en otras praderas mediterráneas en las que tampoco se acreditó la temida regresión.

Las praderas mejor conservadas son las de Alicante y Castelló, mientras en Valencia se encuentran prácticamente desaparecidas a excepción de los restos hallados al sur del Puerto de Sagunto.

La «agradable sorpresa» ha sido, en opinión de Juan Eduardo Guillén, el estado de la pradera del Prat de Cabanes, que no formaba parte hasta ahora de la red. «Los resultados han mostrado praderas en buen estado de conservación con densidades superiores a 300 haces/m2 y coberturas de entre el 40 y 60 %.

Según explica el investigador, medir el estado de una pradera de Posidonia representa dificultades por la propia variabilidad del ecosistema„ «si ha habido una floración el año siguiente hay una mortandad, aunque después se recupera»„ o bien por la forma de trabajar de los equipos de campo.

«Solo tras una serie de unos cinco años de seguimiento puedes establecer una tendencia estadísticamente aceptable».

En este sentido, el único resultado negativo es el deterioro de la pradera profunda, situada a 9 metros bajo el agua, de Cala Mina, en el LIC de Serra Gelada, donde se aprecia una disminución de la densidad y un estado general de debilidad que describe un grado de degradación «elevado», manifesta el experto.

Recuperación

Una de las principales lecturas sobre la evolución de la salud de la Posidonia es su capacidad de resistencia, que no está reñida con su extrema fragilidad. «Ahora sabemos que el deterioro no va a más, pero recuperar las praderas a sus niveles de antaño es otra cosa: la Posidonia no es algo que reviva de un año para otro», añadió Guillén.

Sin embargo, el investigador se muestra optimista «Algunos investigadores mantenían que el Cambio Climático y el aumento de la temperatura del mar podría estar provocando ya una regresión generalizada de todas las praderas y eso es algo que de momento tenemos que descartar a la vista de los resultados».

Las prospecciones, en las que han participado casi 500 buceadores voluntarios, han abarcado tanto a praderas someras como a las profundas, donde la pesca de arrastre, las «jaulas» de engorde» de las granjas marinas, las anclas de las embarcaciones o la pluma de los vertidos de los emisarios submarinos son las amenazas más destacadas.

«Tenemos una protección sobre el papel que son los LICs pero deberíamos incrementar la vigilancia y los controles para evitar nuevas dinámicas de deterioro», declaró el responsable de la investigación.