Todavía hay muchos pueblos en el interior de Castelló que dependen de manantiales, ramblas y ríos para abastecerse. Si la Tosquilla, manantial situado en la localidad turolense de La Iglesuela del Cid, tiene agua, Vilafranca no padece problemas. Pero desde hace años, la Tosquilla ya no es suficiente y los pozos, tampoco. Hace tiempo que por el cauce de la rambla de las Truchas, no corre el agua.

Algo parecido ocurre en Ares del Maestrat. El manantial del barranco de los Molinos, si nieva o llueve, registra un elevado caudal, suficiente para llenar varios depósitos. Las tormentas veraniegas han salvado las fuentes repartidas por los términos municipales. No obstante, han sido precipitaciones irregulares que no han llegado hasta los manantiales que abastecen a los pueblos. Por eso los camiones cuba no paran de hacer viajes para que vecinos e industria tengan agua.

Lo cierto es que en lo que llevamos de año en el observatorio de Vilafranca se han recogido más de 500 litros por metro cuadrado, cantidad que se aproxima a las medias de los últimos años. Pero si el agua no cae sobre el manantial, a unos 10 kilómetros del casco urbano, la sequía sigue siendo un problema más que serio. Por el momento, ni Diputación, ni Generalitat, ni Confederación del Ebro consideran prioritario invertir ya para que el pueblo tenga agua.

Los regantes de la Vila d'Onda necesitan agua. Sus pozos todavía tienen alguna reserva, pero si continúa la sequía, es cuestión de tiempo que se agote. El embalse de Benitandús, propiedad de esta comunidad, está bajo mínimos. En la actualidad almacena 0,27 hm3, cuando su capacidad es de 1 hm3, una situación muy alejada de la de 2013, cuando estaba al 63% de su capacidad.