El empresario Antonio Moreno Carpio, que reveló la supuesta trama de Terra Mítica en unas conversaciones grabadas por dos diputados del PSPV, negó ayer que durante la construcción del parque temático de Benidorm se hincharan facturas, se repartieran comisiones o se hiciera algún tipo de fraude a Hacienda. «Los trabajos se hicieron y se cobraron por ello», insistió. Moreno Carpio se enfrenta a la mayor pena que solicita la fiscal a los 35 imputados en la causa, en el que se juzga un fraude de 4,4 millones de euros: 53 años y cuatro meses de prisión.

Durante la sesión celebrada ayer se reprodujeron algunos fragmentos de las conversaciones entre los empresarios José Herrero y Antonio Moreno Carpio y dos diputados del PSPV en las que se explicaba el supuesto cobro de comisiones ilegales en las obras del parque y se aludía al expresidente de la Generalitat Eduardo Zaplana. «El señor Conesa decía que se repartía la pasta con el señor Zaplana. No es que lo haya oído yo, es que lo han oído los 16 que han ido a soltar...», aseguraba Herrero al diputado José Camarasa, en una de estas grabaciones, que los abogados de las defensas quieren invalidar (aunque el tribunal decidió que se pronunciará en la sentencia). En otro momento de la grabación, Moreno Carpio admite que ha hecho «desembolso de dinero de cantidades importantes» en «bolsas» y que algunas empresas de la trama construyeron casas para los imputados Antonio Rincón y Vicente Conesa. «He mandado muchas transferencias en dólares al extranjero, claro demostrar que ese cheque era para la casa [de Conesa] si no lo digo yo, no lo va demostrar nadie».

Tras escuchar algunos fragmentos de las grabaciones (con un audio bastante deficiente), Moreno Carpio se negó a responder a las preguntas de la fiscal, el abogado del Estado y la letrada de Terra Mítica. Sólo se pronunció, a preguntas de su abogado: «Yo no he participado en ninguna estafa voluntariamente. En nada. Las grabaciones están manipuladas y prefiero callar», justificó.

Sobre su trabajo en el parque, Moreno Carpio admitió que era administrador de cuatro sociedades: Altos del Carrichal, Trabajos Auxiliares del Siglo XXI, Red Moreno y Prexing Botanics, y pese a que sus hermanos también figuraban como socios, éstos «no tomaban ninguna decisión. Mis hermanos no han participado en nada que no les mandara yo». Moreno Carpio explicó que llegó a Terra Mítica de la mano de Excavaciones Escoto, y fue allí donde conoció al empresario Vicente Conesa: «Hice muchos viajes al parque para intentar trabajar allí. Me daba igual la empresa, yo lo que quería era trabajar», insistió. De esta manera comenzó a trabajar para Conesa „considerado el «cerebro de la trama»„, quien le subcontrató obras de jardinería y riego.

No obstante, el acusado justificó que también hizo trabajos directamente para Terra Mítica porque se lo pidieron los ingenieros. Al ser preguntado por cómo pactaban los precios, respondió: «Mi misión era trabajar. Si empiezo a discutir precios antes, no empiezo nunca».

Moreno Carpio reconoció que tenía a su cargo a trabajadores sin papeles y sin contrato: «Había mucha gente sin papeles, a la que no se le podía hacer contrato, y ante la necesidad del mercado, tenías que contratar. Si no, no podías hacer los trabajos. Lo hacía yo y también el resto de pequeñas empresas. Todas las empresas teníamos a alguien sin contrato. No porque no quisiéramos, sino porque no tenían papeles».

Sobre las facturas que emitía a Conesa, indicó que nunca cobró un trabajo antes de emitir la correspondiente factura „«ójala», exclamó„ y defendió que antes de cobrar a las empresas de Conesa, se medían los trabajos y se comprobaba que todo estuviera bien hecho. Moreno Carpio también admitió que firmó contratos sin leerlos: «Los contratos pasa como con el banco. Si los lees, muchas veces ni los firmas. A mí me interesaba el trabajo y trabajar. Lo de los contratos me interesaba siempre mucho menos», puntualizó. Respecto al precio, señaló que se lo «imponían» y «punto». «¿Cómo iba yo a pedir un precio? „se preguntó„ Conesa es una persona muy seria, y lo que habla, lo cumple. Pero agarrao para los precios, tela...» Un comentario que provocó la risa del principal empresario encausado.

En la undécima sesión del juicio de Terra Mítica también declaró José Vicente Martí Albiñana, representante de EIA Ingenieros y ex ingeniero municipal de Polop (la Marina Baixa), donde también fue investigado por supuestamente crear una red de facturación entre empresas para obtener beneficios presuntamente ilícitos por importe de más de un millón de euros, aunque la causa se archivó por prescripción de los posibles delitos. Martí, que es marido de la jueza Laura Alabau (ahora en un juzgado de lo contencioso de Valencia, aunque se dio a conocer por negarse a casar parejas gays en un juzgado de Dénia) se enfrenta a una pena de 17 años y cuatro meses de prisión ya que la Fiscalía lo considera cooperador necesario de los delitos fiscales cometidos por las empresas de Vicente Conesa.

Martí Albiñana afirmó que todos los trabajos facturados, se habían ejecutado, y restó importancia a que algunos los cobrara casi dos años después de formalizar el contrato. «Yo me limitaba a hacer bien mi trabajo», declaró, al tiempo que aseguraba que «jamás» ha sido inspeccionado por Hacienda: «Nadie se dirigió a mí jamás para inspeccionarme, y no se me ha abierto nunca un expediente», insistió.