El todavía presidente de la Generalitat y síndic del grupo popular, Alberto Fabra, arrancó su discurso con una defensa de su gestión y convencido de que dejaba en manos del gobierno de izquierdas «una administración menos costosa, más saneada, transparente y sin facturas en los cajones». Ahora bien, Fabra no cayó en la autocomplacencia y al poco de comenzar su intervención admitió que su gobierno «no ha sabido conectar con gran parte de la ciudadanía». Un análisis que le llevó a la que ha sido su principal pesadilla durante la legislatura: la corrupción. «La línea roja que emprendí y con posterioridad ha sido copiada en todos los partidos políticos, se ha quedado corta para los valencianos», proclamó Fabra, para quien «el retraso en la salida de algunas personas imputadas de sus cargos ha llevado a que parte de nuestro electorado perdiera su confianza en nosotros». Según el presidente, el batacazo electoral del 24-M debe servir al PP de autocrítica y de estímulo para «avanzar» en un nuevo tiempo. Y, dicho esto, lanzó su primer compromiso: el de apoyar en la Cámara todas aquellas medidas «para ser más exigentes con la ejemplaridad, la honradez y la ética política».

Pese a que en breve presentará su renuncia al escaño para ocupar una plaza de senador territorial, Fabra está decidido a empujar a su partido a una renovación, así como a centrar el mensaje y las formas, una postura que le llevó a anunciar hace unos días que se abstendría en la investidura de Puig, si bien tuvo que rectificar ante las presiones de su propio partido donde muchos no comparten la estrategia de mano tendida. Pero ayer, y mientras el PPCV encuentra un nuevo líder o lideresa, fue él quien se subió a la tribuna y desde allí prometió una oposición constructiva. «Ejerceremos la oposición con flexibilidad, mano tendida y diálogo», prometió Fabra, quien, pese a las críticas internas, recibió sentidos aplausos de un grupo «nuevo y regenerado». También «limpio» de imputados, un término que aparecía en el discurso por escrito que se repartió a los periodistas, pero que el presidente prefirió no usar, quizás para no levantar más ampollas.

En su discurso también hubo hueco para la crítica y las puyas a Ximo Puig, a quien recordó que será presidente con los peores resultados de la historia del PSPV y que contará con un gobierno débil «sin apoyo social sólido» y que será «rehén de otras voluntades». «Sabemos que será presidente de la Generalitat, pero no sabemos quién va a gobernar realmente ni con qué programa». Fabra mantuvo que el tripartito es legítimo, pero no es bueno para la Comunitat y criticó que a la izquierda sólo le une «su odio al PP». «De tan sólo un pacto antiPP hecho desde el rencor y la venganza, no puede nacer un proyecto de ilusión», manifestó. Subrayó que el PP había sido la fuerza más votada, pero el «cordón sanitario» al que le había sometido «la izquierda más radical» ha impedido que gobierne en la mayoría de los municipios en los que ganó. «La democracia no se construye intentanto borrar de las instituciones al adversario político», espetó a Puig, al tiempo que le reclamó que «se aleje de cualquier ruptura y no caiga en la tentación de los populismos, las purgas, el rencor y la venganza». «Aprovechen esta ocasión que les ha dado nuestro sistema electoral de sumar sus minorías, pero no caigan en el error de desperciar la mayoría», pidió el líder del PP al gobierno «multipartito».

Las alusiones de Fabra al supuesto sectarismo de la izquierda y su radicalismo constituyeron la parte del discurso que más irritó al socialista, quien en su turno de réplica le recordó al presidente las dos décadas en las que el PP gobernó con el rodillo y ninguneó a la oposición. «¿Qué broma es ésta?», llegó a espetarle Puig.

El síndic popular también echó en cara al candidato socialista «el lamentable espectáculo» de las negociaciones con Compromís y Podemos que, subrayó, «le han dejado a merced de sus luchas, ambiciones e intereses partidistas». Y le avisó de que ahora le toca «construir en lugar de destruir», pasar de situarse «detrás de la pancarta a tomar decisiones. «Yo no lo he tenido fácil, pero usted tampoco lo tendrá», le apuntó a modo de consejo. De hecho, en modo oposición, criticó la vaguedad de las medidas anunciadas por Puig en su discurso, le afeó que hubiera obviado el tema hídrico y le pidió concreción sobre a quién y cómo afectaría la derogación del copago. El presidente finalizó su discurso deseándo a su sustituto «suerte» y «acierto» por el bien de la Comunitat Valenciana.