«Vivo con un pie fuera de mi casa, después de haber sido maltratada y sobrevivir como puedo con mis cuatro hijos». Es la frase lapidaria que Azucena Agudo suelta tras ser preguntada por su situación personal. Reside en Nàquera y ha denunciado a su expareja „y padre de su hijo menor de tres años„ por violencia de género. Ha sido asistida por la Cruz Roja y hoy, si la juez que instruye su caso no acepta la prórroga de su desahucio, podría verse en la calle. Desamparada.

Azucena argumenta que un error burocrático ha causado que se vea en esta situación: tras denunciar a su marido por malos tratos, una sentencia le prohibió acercarse a ella a una distancia menor a 200 metros. Sin embargo, en el auto no se especificó la dirección de su vivienda: «Mi marido tuvo que marcharse porque así lo dijo un juez, pero falsificó mi firma en un documento de cesión. Ahora quiere tirarme, aunque en la casa esté su hijo de menos de tres años. Ha llegado a entrar y robarme, le da todo igual». La afectada no cuenta con abogado „al contrario que su marido, según apunta„ y se ve perdida: «Ahora mismo no tengo ninguna seguridad. Este fin de semana ha quemado la valla que circunda el chalet para demostrar que la casa es suya. Que nos tenemos que ir sí o sí. Estoy totalmente indefensa y parece que a él la jugada sí le ha salido bien. Todo depende de la juez».