La convulsión interna vivida en el Bloc en estas negociaciones se ha cobrado la primera dimisión, la de la concejala de Servicios Sociales de Valencia, Consol Castillo, militante histórica del nacionalismo valenciano desde tiempos de Unitat del Poble Valencià (UPV). Tras la votación en la que los afiliados valencianistas rechazarion abrumadoramente concurrir a las elecciones con Podemos, la dirección nacionalista expresó su rechazo a ese pacto en la ejecutiva de Compromís. Luego, la cúpula del partido decidió reconducir la situación en el Consell Nacional con un acuerdo que incluyera a EU y someterla a referéndum.

Castillo entendió que la posición de los afiliados ya se había manifestado de sobra. Y el lunes hizo efectiva su dimisión de la ejecutiva, que tenía decidida el sábado. «La voluntad mayoritaria y la mía era que Compromís se presentase como proyecto autónomo al margen de Podemos», dijo. «Para acabar pactando con la izquierda española para intentar reconstruirla presentándonos con Podemos, para eso hace 30 años nos habríamos presentado con el PSOE».

«En el PSPV, algún valencianista»

«A fin de cuentas el PSPV como tal no existe, pero en esa marca al menos hay algún valencianista, más que en Podemos», sentenció de forma contundente en declaraciones a Levante-EMV. La concejala entiende que Compromís, como tal, tenía muchas posibilidades de «conformar una plataforma con entidades y personas independientes» sin tener que depender de una fuerza de obediencia española». Con todo, expresó su deseo de que los resultados acompañen a las expectativas porque «yo he dado un paso atrás al dejar la dirección, pero soy militante en Compromís y seguiré trabajando como el primero». Al número uno por Valencia, Joan Baldoví, «le deseo los mejores resultados», expresó, además de hacer patente su «reconocimiento por el gran trabajo que ha hecho esta legislatura».

El vicealcalde de Castelló, Enric Nomdedéu, se mostró crítico con el pacto. Prefería, dijo, que Compromís concurriera en solitario. Su segunda opción, que entrara EU y la menos deseable para él era ir a solas con Podemos. «No tengo cara de felicidad», dijo ayer con retranca.