Tal vez sea aún más insólito perder 3.600 millones de dólares en un solo día „el «lunes negro» de la bolsa de Shangai del pasado 24 de agosto„ y seguir ocupando el puesto de primera fortuna del gigante asiático. También lo es la decisión de su hijo, de 27 años, de hace medio año. Le compró dos relojes Apple Watch de oro a su perro „un husky siberiano llamado Keke„ y publicó una foto a la red social Weibo (el Twitter chino) con el animal tumbado en el suelo con los dos productos de lujo en sus patas delanteras, valorados cada uno en 18.000 euros. El dispendio canino equivale a cuatro años y medio de salario mínimo interprofesional español. O peor aún: a once años y medio de salario mínimo interprofesional para un trabajador de Shangai.

De casta le viene al galgo. Dice Iván Máñez, fundador y director de la revista radicada en Valencia Global Asia y gran conocedor de las finanzas chinas, que su padre, Wang Jianlin, se caracteriza por ser «un empresario chino duro, bastante impulsivo y, a veces, caprichoso.

De hecho la verdadera historia de la compra del Edificio España en Madrid radica en una cena con el presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, quien le sugirió que comprara ese edificio. Seguro que en ese momento Wang Jianlin no había visto ni pensado en ese momento en esa compra», sostiene.

Una «visión muy global»

Según describe el sinólogo valenciano, Wang «tiene una visión muy global de las inversiones. Dicen que su objetivo es dominar el mercado del ocio y el deporte, de aquí la compra de la distribuidora de películas de cine más importante del mundo o por ejemplo la compra de la marca Ironman». Tras el anuncio de la última clasificación de ricos de Forbes, Wang dijo en una aparición breve ante la prensa: «Es bueno tener dinero». Algo ordinario y pedestre entre tanta extravagancia.