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El obispo valenciano de Mallorca Javier Salinas fue advertido en dos ocasiones por el propio marido de su secretaria del malestar de éste ante el cariz que estaba tomando la relación del prelado con su mujer. Monseñor al parecer hizo caso omiso de las quejas de Mariano de España.

A mediados de este año, De España empezó a sospechar de que su esposa, Sonia Valenzuela, y el obispo intimaban más allá de un vínculo puramente profesional. El marido conocía personalmente a Salinas, y de hecho tenían establecido un triángulo amistoso junto a Valenzuela en el que compartieron viajes por ejemplo a Malta.

De España aprovechó esta estrecha confianza para contactar dos veces con el prelado, una telefónicamente y la segunda se entrevistó personalmente con él. Según fuentes próximas a este episodio, el encuentro se desarrolló en un tono cordial, si bien el marido expresó sin rodeos a monseñor Salinas su convencimiento de que éste mantenía una relación sentimental con su mujer. A mediados de octubre, De España, perteneciente a una saga aristocrática muy conocida en Mallorca, contrató a una agencia de detectives de Palma para hacer un seguimiento a su mujer.

Como resultado se ha podido documentar que pasaban muchas horas al día juntos de lunes a domingo y también en horario nocturno, hasta las diez de la noche. El obispo en persona bajaba a abrir los portones del Palacio Episcopal para que ella pudiera entrar con su coche en el patio. El material grabado por los detectives indica que quedaban a escondidas. La escena más llamativa se produjo el pasado domingo 25 de octubre, cuando el obispo esperó un tiempo prudencial a que su chófer se marchara antes de volver a abrir la puerta de su residencia para que accediera Valenzuela en su turismo.

Una vez dispuso del dossier definitivo de los detectives, con las imágenes, los vídeos y el listado de facturas telefónicas que detallan los contactos frecuentes, y viendo que el obispo no actuaba, el marido decidió denunciar. Su primera idea fue comunicar directamente con el Papa Francisco y exponerle su caso para reclamar su mediación. De España confiaba en que el Pontífice tomaría cartas en el asunto, igual que se ha implicado personalmente en denuncias de pederastia por parte de sacerdotes.

En el proceso buscó el asesoramiento de un veterano sacerdote del colegio de Montesión, al que le une gran confianza. Las fuentes explican que este jesuita le indicó las escasas posibilidades de que su carta de denuncia llegara al Papa, y le recomendó acudir en primer lugar a la Nunciatura Apostólica en Madrid. Curiosamente, este cura fue uno de los que asistieron el viernes a manifestar su apoyo al obispo Salinas.

Así fue como el marido fue a reunirse con monseñor Renzo Fratini, con quien hojearon una por una las 79 páginas del informe detectivesco. Según allegados del denunciante, el nuncio le reclamó absoluta discreción y le conminó a no divulgar el material sobre el seguimiento al obispo.

«Usted ponga orden en su casa, que yo ya he puesto en la mía», le habría pedido Mariano De España a Fratini, que se aseguró a dar traslado a Roma de su denuncia contra Salinas.