Valencia ha acogido hace solo unos días la III Jornada Internacional "Mujeres, Derechos Humanos y Paz en Colombia", donde se ha podido constatar el protagonismo que ellas han tenido en las conversaciones, ocupando un lugar propio en la mesa de negociación en La Habana. Qué menos, cuando ya nadie discute que las grandes perdedoras en los conflictos violentos son siempre las mujeres, sea cual sea el bando a que pertenezcan. Así lo constata el grupo que mejor representa el feminismo pacifista, Mujeres de Negro, una de cuyas fundadoras, Charo Altable, también participó en la Jornada moderando el apartado "Justicia para las víctimas de violencia sexual".

El movimiento que ya es mundial nació con la primera Intifada, en 1988. Poco después de que empezaran a sonar los disparos y a volar las piedras, una docena de mujeres enlutadas (seguidas al poco por muchas más, en diferentes ciudades) se manifestaron en el centro de Jerusalén anunciando a quien quisiera oírlas que la violencia no es la solución. Fueron las primeras en gritar (a veces en silencio) "no en nuestro nombre", advertencia que ha saltado de guerra en guerra. También cuando la del Golfo, en 1991, que despertó a las mujeres londinenses. Ahora tienen presencia en más de veinte países de los cinco continentes. Y desde el principio, una de sus "armas" consiste en viajar a las zonas en guerra para solidarizarse con las mujeres que la padecen. Plantarse en los lugares del conflicto cuando no va nadie, con sus ropas de duelo y sus pancartas de reproche pacífico pero contundente, se trate de Srebrenica o Bogotá, la franja de Gaza o Manipura, Sarajevo, Zagreb, Belgrado, Barrancabermeja o Putumayo. El gran valor simbólico de que las pacifistas serbias acudan a los funerales de los ocho mil musulmanes asesinados reside en que es una experiencia y un testimonio "humanizantes" entre tanta atrocidad. Pero también una acción valiente y eficaz, que ayudó a que aquella masacre fuera finalmente considerada "genocidio".

Mujeres por la salud y la paz (antes de pasar a llamarse Dones de Negre) empezaron a salir a la calle en Valencia en 1992, cuando la guerra de los Balcanes,y en solidaridad con tantas yugoslavas violadas En el encuentro de Novi Sad (Belgrado) entraron en contacto con las compañeras italianas, muy activas. Charo Altable y María Huertas, dos de las fundadoras, recuerdan aquellas primeras convocatorias por teléfono, y lo importante que fue tejer redes transnacionales para luchar contra la ignorancia, el silencio y las mentiras. En 2007 tuvo lugar un encuentro internacional de Valencia. Por supuesto, en ese no tomar partido más que por la paz, han tropezado con la hostilidad de gobiernos e incluso de parte de la población. Las yugoslavas (con la violencia patriarcal como arma de guerra) tenían que moverse a escondidas. En Israel las llamaban "las putas de Arafat" y "traidoras a la patria". En muchos países se considera traición manifestarse contra las políticas gubernamentales. Desde el principio, no se entendió que en sus vigilias lloraran también a los enemigos, pero no se arredraron. Tozudas, ellas mantienen que no hay una guerra justa:" nuestros pueblos son enemigos, nosotras somos amigas". Es más: muchas "resistentes a la ocupación" pertenecen a países ocupantes, y otras tantas están gobernadas por los mismos que mandan bombardear poblaciones civiles. Todas visten duelo por todas las víctimas de las guerras. Tuvo su mérito manifestarse en EEUU tras los atentados del 11 S contra la reacción bélica de su gobierno en Oriente Medio, cuando clamaron "justicia, no venganza".

Tampoco olvidan la violencia no armada, igualmente letal: la económica, la machista€ Dice Charo Altable: "¿Qué tipo de desarrollo es este y cuál su significado si se efectúa sobre la violencia de las personas, de la naturaleza, de las aguas y del aire que respiramos?" Y mencionan el exterminio de pueblos y culturas, los genocidios y grandes migraciones producidas por la guerra o el hambre, constatando que el camino del exilio está sembrado de agresiones contra las mujeres, como por cierto también certifican organizaciones humanitarias y organismos internacionales en estos días de desplazamientos masivos.

El último encuentro tuvo lugar en otoño pasado, en la ciudad india de Bangalore, y en él participó el núcleo de Dones de Negre: además de las mencionadas Altable y Huertas, también estaban Elvira Vázquez, Mariela Gregori, Amparo Marqués y Cristina Buitrago. Durante unos días se han reunido pacifistas de Europa, Asia, América y África para compartir experiencias, estrechar lazos, reconocerse como cómplices, trazar el largo camino a seguir y darse coraje para resistir.

Talleres y plenarios, e incluso la visita a un centro de acogida de maltratadas que consideran modélico, han ayudado a intercambiar información y experiencias, y a analizar los conflictos olvidados, las colonizaciones, el racismo, los fundamentalismos, la nuclearización€Llama la atención de las participantes valencianas que "todas las guerras y ocupación de territorios se parecen". Se abrió también una Corte de Mujeres donde se pudo escuchar el testimonio de grupos procedentes de Irak, Afganistán, Sri-Lanka, Siria€lugares donde ahora la población, y especialmente las mujeres, están mucho peor. Relatos y vídeos del Kurdistán, Armenia, Cachemira, Palestina, India, que según las activistas valencianas "ponen los pelos de punta". Como las leyes feudales que perviven en algunos rincones de la India.

Una de las sorpresas agradables para esta delegación fue encontrarse con que la mayoría de las participantes indias en el encuentro de Bangalore eran jóvenes que saben que ahora han de ser ellas las que continúen. "Algo que no sucede aquí, donde las nuevas generaciones -explican- no parecen verse en peligro de sufrir la violencia económica y machista. Porque las agresiones contra las mujeres no siempre proceden del exterior, a veces te ataca quien tienes más cerca, o a veces ese ataque es más sutil, con este sistema tan injusto y desigual".

Una revolución sin armas

"Hay que entender que ser pacifista no es quedarse quieta ante la violencia, sino actuar para cambiar las cosas pero sin dañar a los otros". Lo dice Ana Mendoza, colombiana de Mujer y Futuro, que forma parte de la Ruta Pacífica de las Mujeres. Ellas también hacen acto de presencia allá donde se las necesita. Tres mil se presentaron en Barrancabermeja, en Medellín, y también fueron escudo en la selva del Putumayo cuando se rociaban de veneno los cultivos; y acudieron a la frontera con Ecuador para hacer evidente que las mujeres habían tenido que huir porque la situación en Colombia era insoportable. "Nuestros impuestos son usados para comprar armas, el ambiente de nuestro país y la vida de las mujeres están militarizados, nuestras amigas han sido víctimas de la violencia, algunas violadas€". Como dice Charo Altable, es preciso encontrar la fuerza para resolver los conflictos de una manera pacífica, con diálogo, solidaridad y educación de mujeres y hombres, desde las redes, desde las aulas, la casa o las comunidades de barrio o trabajo". ¿Una revolución sin armas? ¿Es eso posible? "Claro: por ejemplo, la feminista".