La actual época de nidificación y reproducción de las aves convierten Almardà (Sagunt) en una de las mejores zonas para visitar ahora en El Camp de Morvedre y descubrir el encanto de su playa, su saladar y su marjal. Un buen punto de partida es la Casa Penya, una finca arrocera convertida en centro de educación ambiental, que actualmente gestiona Acció Ecologista Agró a través de un convenio suscrito con el ayuntamiento.

A partir de ahí se puede disfrutar de un lugar donde confluyen varios ecosistemas protegidos. El punto de inicio está en un saladar en el que confluyen cuatro canales de agua dulce y salada, unos lugares que en breve se quieren hacer visitables y podrán recorrerse gracias a un proyecto de recuperación y puesta en valor. Además, el saladar alberga varias especies de plantas protegidas como es el caso del Thalictrum Maritimum (ruda de marjal), catalogada de vulnerable, cuya mayor población mundial se registra en esta zona.

El saladar nos conduciría hasta lo que se conoce como la Gola, un desagüe natural de agua que regula la salida de ésta al mar.

En este primer recorrido es muy interesante visitar el sistema dunar de la playa de Almardà, que se prolonga durante dos kilómetros hasta la playa de Canet d'En Berenguer con llamativos cambios de color que recibe de la vegetación que nace allí. Son dunas que pueden llegar a alcanzar los cuatro metros de altura y que impregnan a este segmento de costa de una virginidad y un exotismo que llama la atención.

El segundo de los itinerarios nos llevaría de nuevo a la Casa Penya para coger el camino de Cantarrana y adentrarnos en la reserva de fauna, en pleno corazón del humedal, donde se puede disfrutar de distintas especies de aves y ahora sobre todo de un espectáculo único, el del cortejo, propio de la época de reproducción. Entre las aves que encontramos y que podemos observar a través de los tres miradores que alberga esta reserva destacan el Fumarell, las Cigüeñuelas, el gallo de cañar o los Moritos, la mayor parte protegidos o en vías de extinción.

Esta visita finaliza en la microrreserva de flora que está situada dentro de la misma zona. Esto nos lleva a más de 30 hectáreas inundadas de agua, junto a las turberas, a las que se accede a través de una alfombra amarilla, que proyecta una extensa plantación de lirios de este color plantados a modo de pasillo.

El olor de esta planta junto al de azahar de los naranjos, unos metros más allá, crean un ambiente único, en plena naturaleza; una calma en muchos momentos sólo interrumpida por un pato chapoteando en el agua o el sonido de los pájaros revoloteando para el cortejo.

El tercer ecosistema a visitar, dentro de este recorrido es el que resurge en el camí de L'Assagador de Quartell, situado a escasa a distancia pero al que también se puede uno trasladar en coche. Allí, a un lado de la carretera se vislumbran las tierras propias de cultivo, que ahora están siendo desecadas para la plantación de frutas y hortalizas de verano, mientras que al otro, se alza una de las más impresionantes lagunas de la zona, que alberga desde hace unos días, más de un centenar de flamencos. «Es un espectáculo digno de presenciar, pero realmente toda la zona tiene un enorme encanto y un gran valor», decía uno de los veteranos de Acció Ecologista Agró, Enric Amer.

De hecho, la belleza se prolonga a lo largo de todo el Camí de L' Assagador con una sorpresa final: Un impresionante túnel de vegetación que supone una romántica oferta de paseo bajo imponentes olmos y moreras que no permiten ver el cielo y en el que se agradece por unos minutos su tenue y extraordinaria oscuridad.