Aquí empezó todo. Hace un año y casi dos meses. Y parece más tiempo, tras dos elecciones generales, una revuelta interna y un líder (socialista) caído. En un desayuno como este, Ximo Puig fue pionero en las filas del PSOE en expresar la falta de sintonía que una parte de dirigentes ya sentía con el entonces secretario general, Pedro Sánchez. «Todo en la vida es revisable», dijo sobre el liderazgo del madrileño. Hace un año.

Y aquí estamos de nuevo. Dos duras derrotas electorales del PSOE y Sánchez volviendo a la casilla de salida, con el coche a punto para empezar campaña, inasequible al desaliento, intentando volver al despacho en Ferraz. Hace un año. Y tanto de por medio: el líder que no perdonó aquella respuesta „quizá desliz„ al final de un largo turno de preguntas. El no posterior de Ferraz al proyecto de Entesa valenciana al Senado (con Compromís y Podemos) que tanto dolió a Puig. La dimisión de este pactada con otros 15 miembros de la ejecutiva para provocar la caída de Sánchez. Todo en un año, un mes y 17 días.

Así se entienden las precauciones ayer de Puig, en los desayunos informativos de Europa Press en Madrid. El moderador lo intentó. Probó, de nuevo, con Pedro Sánchez y Puig solo dijo que sus dos años de liderazgo habían sido «complejos». Ahí se quedó. Tampoco criticó que su primera visita en su nueva etapa de aspirante a líder socialista sea a Valencia y él no haya sabido nada.

Lo intentó con la comisión gestora y el PSC, con el pacto con el PNV, y nada. «Pero si yo soy de la España diversa», replicó el jefe del Consell, y remarcó que el acuerdo dará estabilidad. Del derecho a decidir no sabe nada porque no conoce los detalles. «Ya tengo bastante con leer lo mío».

¿Las relaciones con los socios del Botànic? Tampoco. «Formaría el mismo gobierno aunque tuviera mayoría absoluta», dijo sobre lo feliz que está.

Ni siquiera hizo una defensa fervorosa de Susana Díaz. Le tiene «cariño, afecto y respeto». Pero también guarda sus diferencias con ella. ¿Cuáles? Prefirió dejarlas para sí. «Hoy no me ha dado vidilla», zanjó el moderador veinte minutos después de enfrentarse con un Puig que nunca soltó las riendas. Contenido y prudente.

Las diferencias con la presidenta andaluza no las verbalizó, pero se pueden rastrear en el contenido de su conferencia, reformista y federalizante.

Puig vino ayer a Madrid a lo suyo, a la misión de reivindicación de la financiación valenciana y el corredor mediterráneo, peticiones a las que unió la reforma de la Constitución en clave federal.

El presidente de la Generalitat criticó «la concepción radial» del Estado que hace que el país con más kilómetros de AVE de Europa no una por este medio de transporte a la segunda y tercera ciudad. Un ejemplo de la «irracionalidad» en las decisiones de inversión, según Puig.

Va en la línea de la «demonización» de las autonomías y el espíritu «recentralizador» que han ganado cuerpo durante la crisis, uno de los ejes del discurso habitual del líder del PSPV.

Ayer puso el foco además en «el monopolio tácito de la Administración del Estado». Sin palabras hirientes, deslizó los beneficios que obtiene Madrid de esta situación. Cuenta con tantos empleados públicos estatales estatales como afiliados al régimen general de la Seguridad Social hay en Castelló. Por no hablar de la concentración de museos estatales o auditorios, mientras la ópera valenciana casi no toca bola en las cuentas del ministerio.

«No voy a contribuir con declaraciones excesivas» al conflicto territorial, pero «no puede haber paraísos fiscales», afirmó sobre Madrid en un claro mensaje a su presidenta, Cristina Cifuentes, que hace unos días se quejaba de los beneficios de Andalucía.

Estas cuitas vienen a ser la evidencia de que el Estado de las autonomías está agotado «tras una historia de éxito», dijo Puig, quien defendió una reforma de la Constitución hacia un Estado federal.

Una consecuencia de este panorama es la consabida infrafinanciación valenciana. El mandatario autonómico aclaró que no se busca que otras comunidades paguen la corrupción y el despilfarro de gestores anteriores, pero «lo que no puede pretenderse es que los valencianos carguemos con los errores del sistema de financiación».

La reforma del modelo está pendiente de una conferencia de presidentes autonómicos anunciada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Estaba prevista antes de fin de año, pero Puig dejó caer que parece que ese plazo no se va a cumplir.

Pidió además la «mutualización» de la deuda histórica. Puso el ejemplo de regiones de Alemania en las que el Gobierno ha asumido este lastre. En fin, dibujó una España diversa pero sin desequilibrios, con más «puentes que muros». Palabra de Ernest Lluch.