Primos hermanos. Así son el PSPV y el PSC. Se envidian a veces, discrepan en ocasiones y se entienden casi siempre. Por eso los socialistas valencianos estuvieron en la primera fila del último congreso de los catalanes. Por eso no necesitan hablar mucho de política cuando se reúnen: el lenguaje federal lo conocen bien. Fue el eje también de la comparecencia ayer de Ximo Puig y Miquel Iceta, tras la visita de este a la sede del PSPV.

El inicio de los trabajos para la reforma de la Constitución no puede esperar al próximo congreso socialista, aún sin fecha. Hay que abordarlos ya. Es el mensaje que lanzaron.

La reforma, además de otros aspectos, ha de hacer frente a la cuestión catalana. Es el gran reto. Complejo. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, había dicho horas antes, a la vista del resultado del referéndum italiano, que sería mejor esperar a ver qué pasa con el congreso del PSOE. Iceta y Puig se opusieron. «Para Rajoy, todo puede esperar», afirmó el líder del PSPV. Se ha de actuar sin mirar a Italia y buscando un «nuevo consenso», sin el cual la reforma de la Carta Magna es «imposible». «Pero no se puede mirar hacia otro lado», dijo.

Iceta remachó que «el PP tiende a llegar tarde» y cuando se empieza tarde, «las cosas se hacen mal». Lo más urgente es el cambio del modelo de financiación, admitió, pero a partir de ahí el PSOE ha de hacer comprender al PP «la situación urgente de Cataluña».

Puig e Iceta se remitieron a la declaración de Granada de los socialistas como motor para la negociación sobre la reforma federal. A ella se encomendó Puig al ser preguntado sobre si la nueva visión del PSOE ha de contemplar el derecho a decidir. Iceta elogió el plan federalista del PSPV y los puentes tendidos por Puig al Gobierno catalán.

Lejos de micrófonos, Puig e Iceta, que mantuvieron posiciones opuestas en la última crisis del PSOE, que acabó con Pedro Sánchez fuera de Ferraz y con la abstención en la investidura de Rajoy, coincidieron en la necesidad ahora de fortalecer un proyecto común.