El Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra vivió un día de San Valentín poco romántico. El grupo de mensajería telefónica que comparten los miembros del ejecutivo fue el escenario virtual de los reproches del titular de Transparencia, Manuel Alcaraz, por la última polémica en torno al subsecretario de Sanidad, Ricardo Campos.

Algún compañero de gobierno llegó a pensar que se trataba de un mensaje dirigido a otro destinatario, pero fuentes próximas a Alcaraz negaban ayer este extremo y aseguraban que el conseller había intentado expresar su preocupación ante el cariz del asunto tras la publicación ayer por El Mundo de que el número tres de Sanidad «alquila su clínica a un grupo que trabaja para la conselleria».

La aparición de Alcaraz es relevante porque Transparencia es un protagonista indirecto en esta polémica, ya que una de sus patas ha sido la tardanza en que figurara en el portal GVA Oberta (dependiente de la citada conselleria) que Campos había tenido en propiedad una clínica de oftalmología y que ahora tenía alquilado el local a una empresa que se dedica a esta especialidad.

El propio subsecretario y la consellera de Sanidad, Carmen Montón, reconocieron ayer «el error» de este último extremo, pero rechazaron el fondo de la acusación.

Alcaraz y Montón forman parte del ejecutivo bipartito por formaciones distintas. Él, por Compromís; ella, por el PSPV.

El titular de Transparencia fue el encargado de lidiar con el informe que propició la salida del Consell de la directora general de Internacionalización de la conselleria de Economía, Mónica Cucarella -compañera de partido- por no informar al ejecutivo de que era apoderada de una gasolinera de su familia.

Algún conseller socialista vinculaba ayer en privado la llamada de atención de Alcaraz (una «metedura de pata», según alguno de ellos) a un intento por encontrar un «caso Cucarella» en el otro partido del gobierno.

Para situar el asunto concreta en discusión, hay que tener en cuenta la reversión del modelo Alzira, una operación en la que Montón se ha comprometido a fondo y de la que Campos es uno de sus principales impulsores y ejecutores. El número tres de la conselleria está en el punto de mira de lo que él considera un «encarnizamiento».

Montón defendió ayer, de nuevo, a su colaborador e invitó a ir a los tribunales a quien crea que ha incurrido en alguna incompatibilidad. Es «evidente» que ha habido «un error», dijo tras su conferencia en el Fórum Europa Tribuna Mediterránea, porque el subsecretario «envió toda la documentación, la declaración de la renta y todo lo que solicita el conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz», pero «hubo un error en la transcripción de datos al formulario».

«Errar es humano, pero en cuanto él ha advertido el error lo ha subsanado», subrayó.

Campos emitió después un comunicado en el que explica que en el momento de acceder al cargo en 2015 cerró la clínica que abrió en Paterna en 1980. Alquiló el local a la firma Oftalvist unas semanas después y, aunque la información del alquiler del local no se incluyó, «por error», en la trascripción de la información, en la declaración de actividades y en el registro de bienes del portal de Transparencia, sí que figuraba en la declaración del IRPF de ese año que entregó al departamento de Alcaraz.

Añade que fue el pasado viernes, al tener conocimiento de esta situación, cuando actualizó la información sobre los ingresos del alquiler y su pasada actividad en la consulta privada en GVA Oberta. «Nunca he ocultado, tal y como se demuestra en la declaración de la renta que está en poder de la Conselleria de Transparencia, los ingresos derivados del alquiler de la clínica ni de mi ejercicio en la consulta particular», sostiene.