Elena Cebrián, responsable del área de Medio Ambiente en la Generalitat Valenciana vinculó la gestión del agua que debe realizarse en los próximos años al cambio climático.

«Ahora tenemos información suficiente y estudios que nos indican qué ha pasado recientemente así como los escenarios futuros que para nuestro territorio no son particularmente beneficiosos: nos encontramos en una de las áreas más vulnerables a los efectos del cambio climático y lo estamos viendo ya con los cambios en los patrones espaciotemporales de la precipitación y el incremento de los fenómenos adversos, como los temporales y las lluvias torrenciales y su impacto sobre el suelo fértil, un recurso fundamental para nosotros», manifestó.

La consellera aseguró que estos cambios obligarán a ejecutar infraestructuras de captación «más pequeñas» y en lugares donde no se han hecho hasta ahora, pero que son donde se concentran las precipitaciones», añadió. La consellera citó expresamente los tanques de tormenta y pequeñas zonas de retención para poder aprovechar los recursos disponibles.

Elena Cebrián insistió en diversificar la oferta poniendo en el sistema «todos los recursos»; desde los convencionales y los procedentes de trasvases como el Tajo-Segura, cuyo «marco legal actual» es «irrenunciable» para la Generalitat, según aseguró, hasta los procedentes de la reutilización y la desalación, además de «incidir en la demanda».

En su opinión, los objetivos deberían ser «completar las infraestructuras de apoyo», entre las que citó el post-trasvase Júcar-Vinalopó, y de abastecimiento a los municipios, la renovación de las redes municipales con objeto de evitar las pérdidas y terminar los planes de depuración previstos. «Apenas nos queda un 1%, pero es importante», señaló.

Elena Cebrian manifestó que pese al déficit estructural de agua que sufren algunas zonas de la Comunitat Valenciana «no es momento para los grandes trasvases».

La consellera criticó igualmente que se aprueben planes hidrológicos en los que ya de entrada se asigna un déficit sustancial a un territorio como el valenciano. «Algo no estamos haciendo bien», manifestó.

Público o privado

Francisco Bartual, director general de Hidraqua, manifestó la «inquietud» que plantea en las empresas «el debate abierto que contrapone la gestión pública a la privada en el agua, y que demoniza a esta última». En su opinión, este debate es una losa que lastra «todavía más el proceso de cambio» que es improrrogable en la gestión del agua. Por su parte, Salvador Navarro aseguró: «Lo público es público pero puede haber una gestión privada y eso no es privatizar un servicio». El presidente de los empresarios valencianos lamentó que «algunas consellerias estén introduciendo en sus cláusulas dirigidas a asignar la gestión a empresas no lucrativas y no nos equivoquemos: una empresa no lucrativa es una ONG».

«Si hay un control del ministerio, de la conselleria o de quien tenga la competencia en el sector público, lo importante es prestar un buen servicio a un precio razonable y eso tan bueno puede hacerse desde lo público o desde el sector privado», añadió.

Por su parte, el catedrático Enrique Cabrera se mostró, «como principio general», partidario de «lo público», aunque calificó de «criticable» el «fanatismo» a favor de lo público. «Un sistema tarifario adecuado también puede favorecer a los más débiles, cubriendo situaciones como las que se han producido con la crisis. El derecho público al agua no es incompatible con una gestión privada bajo el control de un regulador. En realidad yo pediría una gestión profesional y dejar al lado este debate que a veces resulta ridículo», subrayó. Por último, la consellera Elena Cebrián manifestó que su conselleria no estaba en «ese debate» ni entraba a la «demonización» de lo privado. Sin embargo, apostó por un control y una evaluación pública de los contratos con el sector privado que debe ser «muy estricta y efectiva para garantizar que el ciudadano está recibiendo la mejor calidad en el servicio y al mejor precio y eso es fundamental», concluyó.