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Un conflicto emergente

Un ecosistema dual para Julià Álvaro y Elena Cebrián

Julià Álvaro insiste en aprobar ya el Sistema de Depósito de Envases pese a las dudas de la consellera

Planta de residuos inaugurada recientemente en Guadassuar. v. m. pastor

El proyecto para la implantación del Sistema de Depósito Devolución y Retorno (SDDR) en la Comunitat Valenciana vive sus horas más bajas desde que en los primeros meses de 2016 el secretario autonómico de Medio Ambiente, Julià Álvaro, anunciaba en una entrevista en Levante-EMV el inicio de un proceso que horas después oficializaba en el Consejo Asesor y de Participación de Medio Ambiente (Capma).

El pasado viernes, la consellera de Agricultura y Medio Ambiente, Elena Cebrián, recibía en la conselleria a la Comisión de Medio Ambiente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) con su presidente Salvador Navarro al frente. El objetivo: poner en común las visiones sobre qué debe atender la revisión del Plan Integral de Residuos (PIR), «un marco general», dijo la consellera, que urge aprobar para armonizar la legislación autonómica con la estatal e incorporar las nuevas directrices europeas, más ambiciosas con los objetivos de reciclaje y mas restrictivas en el uso de vertederos.

Cebrián y Navarro hablaron del SDDR «porque nos vais a preguntar», dijeron a los periodistas. Quizá no tanto porque tuvieran ganas de hacerlo. «Nuestro contexto de hoy es el PIR - insistió la consellera-, que ahora mismo es nuestra prioridad y además está contenido como tal en la revisión del Pacte del Botànic» en la que desaparecieron las alusiones al SDDR.

«Es cierto que dentro del PIR hay muchas líneas de trabajo, entre ellas el reciclaje de los envases en general, no solo SDDR, pero también otras como son avanzar en la separación en origen de los residuos, las políticas sobre incineración, el sellado y uso sobre los vertederos, los residuos de demolición, la gestión de los consorcios de residuos...». El hartazgo comienza a ser obvio, aunque a la consellera le sigue preocupando el abandono de envases en las calles y playas y los compromisos para reducir, en general, la generación de residuos.

A su lado, Navarro reitera que «ellos» -los empresarios- sí tienen una idea clara al respecto del SDDR. Su posición ha variado poco después de dos visitas a plantas de reciclaje y cuatro reuniones con el director general de Cambio Climático y Calidad Ambiental y responsable del área de residuos Joan Piquer, un experto que llegó a la conselleria cuando la consellera, a instancias de Álvaro, forzó la salida de su antecesora María Diago.

«Agradecemos a la consellera y al presidente de la Generalitat Ximo Puig que nos haya permitido participar en esas mesas y estamos realizando aportaciones y proponiendo medidas para mejorar el reciclaje de los residuos y de todos los envases, no solo de ese 9% de los que se ocuparía el SDDR», afirma Navarro. E insiste: «Las hojas de cálculo son muy sufridas y fáciles de modificar pero lo cierto es que el SDDR solo afecta al 9% de los envases y la solución que adoptemos tiene que afectar al 100%; y el 100% es el sistema actual». Nuestra participación, dice, es trabajar «en mejorar el sistema actual». Las reuniones van a continuar. Ya hay una fecha para la próxima. «Seguimos hablando», dicen, pero la prioridad ahora es el PIR, afirman.

¿Renuncia?

¿Es posible una renuncia al SDDR? A la pregunta, Elena Cebrián responde políticamente que «renunciar es una palabra muy fuerte... no se trata de renunciar sino de adoptar una solución que sea eficaz y para ello la única manera es que todos los agentes que intervienen en el proceso estén de acuerdo».

Unas horas antes, a decenas de kilómetros de distancia, en Alicante, Julià Álvaro seguía con su discurso a piñón fijo, empleando buena parte de su horario como gestor de lo público en expandir por el mundo las ventajas del SDDR. Su entrega es absoluta y hasta entre las filas ecologistas existe la sensación de en su amueblada cabeza no deja sitio para nada más que no sea el SDDR.

El jueves descalificaba el demoledor informe contra el sistema de depósito de la Cátedra Unesco de Ciclo de Vida de la Universidad Pompeu Fabra: «más caro y más contaminante» que el sistema actual, recordando que lo encargó (y pagó) Ecoembes, lo que supone negar la independencia universitaria y menoscabar el prestigio de sus autores. El viernes llevaba su apostolado a las aulas de un colegio público de Elda con una exposición pro SDDR «de unas organizaciones ecologistas», dijo.

Para el político ecologista no ha cambiado nada. Aseguró que en breve introducirían las últimas modificaciones sugeridas por la CEV y que resumió en eximir a la hostelería de la fase de recogida; situar las máquinas en los aparcamientos o sótanos de los supermercados, y en dejar exentas las tiendas que no tengan zona de parking. El sistema propuesto aparece cada vez más descafeinado y, de algún modo, el edificio argumental de Álvaro pierde fuerza.

Sin embargo, nada ha cambiado para Julià Álvaro. El plan para la implantación del SDDR entraría en fase de redacción final y trámite parlamentario «antes del verano», afirma. Una previsión que contrasta frontalmente con los ritmos que marca la consellera.

El choque entre ambos parece ya inevitable, si es que no ha ocurrido ya en los pasillos de la vieja cárcel Modelo, aunque la última palabra está en manos de la vicepresidenta Mónica Oltra y en la resistencia de los dos protagonistas a vivir en un ecosistema dual, casi esquizofrénico, que interesa, sobre todo, a Àlvaro: si gana el SDDR gana el líder que lleva dentro y si pierde aparece como un mártir del Ibex, las mutinacionales, los empresarios y los «oscuros intereses», un papel que reforzaría su liderazgo entre los suyos, incluso a nivel nacional.

El espacio vital

Mientras, la consellera de Agricultura y Medio Ambiente, Elena Cebrián, parece haber retomado el espacio que había perdido dentro de su propio departamento. En las últimas semanas y coincidiendo con el relevo de asesores y altos cargos más afines a Álvaro, la titular del departamento, que durante meses dejó todo el espacio al político de EQUO para que fuera visualizado casi como el conseller de Medio Ambiente, aparece en muchos actos del área medioambiental en los que tenía la costumbre de delegar en Julià Álvaro, quien con la habilidad de quien trabaja sin prisa para liderar el ecologismo político, asume sin dificultad su nuevo papel mientras destila su visión del mundo a través de su blog.

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