La dirección nacional del PP anunció ayer la suspensión sine die del congreso provincial del PP de València, una decisión que se produce en medio de un ambiente de guerra total y que ayer se agravó al trascender una grabación en la que se escucha cómo el secretario provincial del PP, Vicente Ferrer, descalifica gravemente a la portavoz del PP en la Diputación de València y aspirante a presidir el partido, Mari Carmen Contelles.

Ferrer, mano derecha del presidente provincial y también candidato, Vicente Betoret, cuestiona también abiertamente a la presidenta regional, Isabel Bonig, por sus líneas rojas contra la corrupción y su falta de neutralidad al dar por su puesto su respaldo a Contelles.

La grabación, que responde a una reunión de Ferrer con militantes de València ciudad, circula desde el pasado viernes en determinados círculos y había llegado a la cúpula regional, que hasta ayer por la mañana seguía esperando que Génova desencallara el congreso.

La dirección nacional habló en boca del vicesecretario de organización, Fernando Martínez Maíllo, y lo hizo para dejar claro que no habrá congreso mientras el enfrentamiento continúe: «Tan importante como votar es la unidad», dijo Maíllo, quien preguntado al respecto admitió que no descarta la posibilidad de constituir una gestora en la provincia. Admitió que es una posibilidad, aunque no figuraba en la agenda.

Fuentes de la dirección regional admitieron que disolver la dirección provincial y montar una gestora podría ser el camino para poder desatascar el congreso provincial de València, el único de los tres que queda por celebrarse después de que este fin de semana Miguel Barrachina se convirtiera en nuevo líder del PP de Castelló. Sería un plan b, hablado con Génova, que sólo se pondría en marcha en caso de que las partes enfrentadas no llegaran a un acuerdo en los próximos días.

El cónclave está en punto muerto desde la desastrosa junta directiva provincial de Semana Santa en la que se evidenció la división en el partido y el enfrentamiento irreconciliable entre Betoret y Contelles. En un principio, Génova dejó en manos de la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, la solución del conflicto, pero después retomó el papel de intermediario y emplazó a las partes a llegar a un acuerdo para conformar el Comité Organizador del Congreso (COC), el órgano encargado de dirigir el congreso.

La dirección nacional lleva semanas con el conflicto aparcado, aunque, en principio, las partes estaban pendientes de que Maíllo les citara de forma inminente. Sin embargo, ayer, estas previsiones saltaron por los aires. Maíllo informó en rueda de prensa de que no se convocaría hasta que no hubiera un clima mínimo de consenso. El calendario, por tanto, salta por los aires y la fecha tope del 15 de junio para convocar queda sin efecto. Todo apunta a que no habrá congreso antes del verano.

Desde la regional se mantenía ayer que en todo caso la gestora tendría como misión organizar el congreso, es decir, no perduraría en el tiempo. Así, Madrid y la regional tomarían el control del partido para dirigir un cónclave a cara de perro. Esta decisión supondría un revés para Betoret (quedaría de facto fuera del control del aparato), pero también un golpe de imagen para la regional. Con todo, el PPCV corre el riesgo de que la gestora se alargue en el tiempo.

Más madera al incendio

La grabación de Ferrer añadió ayer más madera a un incendio que no deja de crecer, tanto que la solución de la gestora parece cada vez más cerca. De hecho, podría ser el detonante. La cúpula regional no quiso valorar el contenido de la grabación, pero en privado subrayaban su gravedad y las posibles consecuencias para Betoret, quien tiene el dilema de si apoya o marca distancias con su hombre fuerte.

Desde la provincia se enmarca la difusión de la grabación en el «juego sucio» y mantienen que fue una conversación a puerta cerrada y que se intenta sacar de contexto para emponzoñar el proceso.