Los funcionarios de la Ciutat de la Justicia imparten justicia a 19º C. Una temperatura primaveral que les obliga a acudir al trabajo bien pertrechados con chaquetas. O inventarse ingeniosas barreras contra los chorros del aire: paraguas abiertos que cuelgan de los techos de las dependencias de la Ciutat de la Justicia.

Casi todos se balancean silenciosos. Es la evidencia del chorro de aire que emiten y que pueden llegar a provocar serios problemas de salud a los trabajadores.

La sensación de frío llegó ayer a ser insoportable en las plantas más elevadas del edificio diseñado por el arquitecto Alfredo Batuecas, que acumula deficiencias desde su inauguración en marzo de 2003, en la antesala de las elecciones autonómicas de aquel año.

Ante las quejas por las bajas temperaturas, los funcionarios recibieron una explicación técnica del frío polar que sufren. «La bajante del aire frío está estropeada y para que el aire llegue a la planta baja, las más altas tenemos que sufrir unas temperaturas más bajas. Aunque así no se puede trabajar. Tenemos faringitis que no se curan ni a la de tres», se lamentaba una funcionaria mientras mostraba los parapetos que han ingeniado los funcionarios para combatir el frío.

La Conselleria de Justicia presentó hace justo un año un proyecto de climatización para la Ciutat de la Justicia en el que prevén invertir 3,2 millones de euros. Se trata del proyecto JESSICA (Joint European Support for Sustainable Investment in City Areas), una iniciativa europea que también va a permitir modernizar el edificio del Tribunal Superior de Justicia (TSJCV).

Todas las deficiencias de la Ciutat de la Justicia se han recopilado y analizado en una memoria técnica y se resolverán en el proyecto de climatización del edificio. Aunque la ejecución de las obras aún no es inminente, según admitieron ayer fuentes de la Conselleria de Justicia.

«Se están redactando los pliegos de gestión de las instalaciones, de gestión del calor y el de mejora de la iluminación, pero las obras no podrán empezar hasta 2018», explican fuentes del departamento que dirige Gabriela Bravo. «Las quejas suelen ser por las elevadas temperaturas que se alcanzan, pero las enfriadoras (que son del año 2004) no han tenido un adecuado mantenimiento y de ahí la sensación de frío».