Menos de doce horas después de que Alejandro R. N., de 24 años, atropellara presuntamente a una mujer en la V-30 causándole la muerte y escapara del lugar con su coche tras bajarse y apartar el cadáver de la calzada para tratar de ocultar lo sucedido, la Policía Nacional lo detuvo en su casa, donde fue a buscar refugio. El arrestado, que tiene antecedentes y es español, será entregado posiblemente mañana al juez que instruye la causa por el atropello mortal.

Todo comenzó poco antes de las tres de la madrugada de ayer. Dos jóvenes bolivianos que salían de València por la pista de Silla y tomaron el desvío para incorporarse a la V-30 se toparon de pronto con un Fiat 500 de color rojo, parado en el arcén. Delante de él, iluminado por los faros, había lo que parecía un cuerpo de mujer. estaba descalza e inmóvil. Vieron sus pies en mitad de la calzada y detuvieron el vehículo. Un joven con barba la tenía cogida por las piernas y trataba de mover el cuerpo. Al ver que su coche frenaba, se les acercó. Sin bajar la ventanilla, le preguntaron si había ocurrido algo y si necesitaba ayuda. El desconocido se apoyó en la ventanilla del copiloto para ocultarle la visión de la escena. Fue suficiente para dejar su huella palmar sobre el cristal.

El joven les contestó que no pasaba nada, que ya estaba resuelto y no necesitaba ayuda. Los dos chicos bolivianos continuaron, pero no se quedaron tranquilos.

Dieron la vuelta en cuanto pudieron y regresaron a València. Recordaban coches de policía en la gasolinera de la rotonda de los Anzuelos. Así, entraron y relataron a dos agentes que estaban en ese punto lo que acababa de suceder.

Los policías acompañaron a los dos jóvenes bolivianos a la incorporación hacia la V-30 y ya no encontraron rastro ni del Fiat 500, ni del trozo de paragolpes que recordaban haber visto en el suelo. Pero sí estaba el cuerpo: el desconocido lo había arrastrado hasta dejaron medio oculto en la maleza contigua al arcén y lo había dejado al revés de como estaba, con la cabeza sobre la calzada y los pies entre las malas hierbas. Una de las zapatillas de la víctima estaba cerca del cuerpo, pero la otra fue encontrada en el lado contrario, en el espacio ajardinado que delimita el acceso a la V-30 de los carriles que prosiguen hacia Alicante. Además, en su pantorrilla derecha aparecía claramente marcada la parrilla frontal propia de muchos modelos de Fiat.

Confesó tras ser detenido

De inmediato, el área se llenó de coches de la Policía Nacional, de la Policía Local de València y de la Guardia Civil. Los testigos pudieron facilitar parcialmente la matrícula, lo que dio inicio a la investigación que horas después asumiría el grupo de Homicidios de la Policía Nacional.

Gracias a la huella y a esa matrícula parcial, unido a que el modelo no es muy habitual y a que el vehículo está registrado en la ciudad de València, los agentes de Homicidios ya disponían a media mañana de la identidad del dueño del coche.

Tras disponer del informe preliminar de la autopsia, que certificaba por completo el atropello, los policías de Homicidios acudieron al domicilio de los padres del sospechoso. Alejandro confesó de inmediato el atropello, y aseguró haber huido por miedo. Según su relato, iba a coger la V-30 para dirigirse a su casa -fue arrestado en la de sus padres, pero actualmente tiene un domicilio fuera de València-, cuando se echó encima de una mujer que caminaba por la calzada -según su versión-, cuyo arrollamiento no pudo evitar.