Los productores valencianos de arroz han iniciado una campaña de cosecha donde esperan mermas de hasta el 40 % con respecto a la del año pasado y que estará marcada por el exceso de humedad que ha afectado a los cultivos y la imposibilidad administrativa de usar un fungicida clave para este cereal.

Según los responsables del sector del arroz de la Asociación Valenciana de Agricultores, Miguel Minguet, y de la Unió de Llauradors i Ramaders, Enric Bellido, la cosecha se inició el sábado pasado en la zona del parque natural del marjal de Pego y Oliva y continuó en l´Albufera de València, y en pocos días se extenderá al resto de zonas productoras (Almenara, en Castelló, y la margen derecha del Júcar).

«De momento se está cosechando la variedad bomba, la primera de todas y quizá la más sensible a los graves problemas de hongos, de calor y humedad que hemos tenido este año», señala Minguet, que cifra las pérdidas previstas en torno a un 25 % de la cosecha.

En su opinión, la presente campaña del arroz tendrá un «sabor agridulce» porque por un lado se ha conseguido reducir la anoxia (falta de oxígeno en el agua) pero por otro se ha registrado un problema importante de hongos en la plantas, concretamente la pyiricularia.

«Las zonas de cultivo de arroz se encuentran muy saturadas de materia orgánica, que no se pudre con facilidad bajo el agua, porque durante siete años no se había permitido la quema de la paja. Sin embargo, el año pasado se permitió y pensamos que ese es el principal motivo por el que se ha reducido considerablemente la anoxia», agrega. Según Bellido, las pérdidas este año se moverán entre el 20 y el 40 %, siempre respecto al año pasado, y coincide con Minguet en los motivos.

«La quema de la paja nos ha permitido tener suelos menos saturados de materia orgánica, pero por otra parte hemos tenido mucha humedad; este año el verano ha sido excesivamente húmedo, con noches tropicales, y eso ha dejado muy tocado al arroz», detalla.

Por este motivo, ambas organizaciones agrarias negocian actualmente con la Conselleria de Medio Ambiente para intentar que se autoricen nuevas quemas. «Otra opción es la retirada de la paja, que nos parece bien, pero creemos que es inviable. Si lo fuese ya nadie hablaría de quemas, pero la retirada no se hace en ninguna parte del mundo. O se quema o se incorpora a la tierra», explica Bellido.

Los problemas de hongos, sin embargo, han sido mucho más dañinos en el Delta de l'Ebre, donde se esperan pérdidas de alrededor del 50 % de la cosecha, según alerta Miguel Minguet.

Por otra parte, los productores se han visto indefensos ante el problema de la pyiricularia debido a la imposibilidad administrativa de utilizar el fungicida triziclazol.

«Hemos utilizado este producto con normalidad en los últimos 40 años y realmente no se ha detectado que sea nocivo ni para el medio ambiente ni para las personas -según Minguet-. El problema es que la empresa que lo produce consideró que no le salía rentable y decidió no renovar el registro».

Tras las reclamaciones de los consumidores se decidió a fabricarlo de nuevo, pero la Unión Europea ha de someterlo a estudio antes de concederle un nuevo registro «y eso significa un periodo de tres o cuatro años», añade.

Respecto a los precios del cereal, ambos responsables sectoriales coinciden en que es muy pronto para hacer previsiones.