Según indicaron a Europa Press fuentes de la defensa, el jurado ha considerado que concurre la agravante de parentesco y la atenuante de enajenación mental transitoria que "minoró" pero no anuló "completamente" su voluntad. El tribunal popular, que se retiró ayer a mediodía a deliberar y alcanzó un veredicto sobre las 20.30 horas, considera que en este supuesto no procede el indulto.

A la vista de este veredicto, la fiscal pidió a la magistrada-presidenta del tribunal del jurado que acordara una pena de 17 años de prisión para la acusada mientras que la defensa reclamó el grado mínimo en casos de asesinato, 15 años.

El letrado manifestó su confianza en que sea ésta la condena de la magistrada "ponderando las circunstancias" del caso ya que señaló que su cliente actualmente trabaja en la prisión de Picassent y está dada de alta en la Seguridad Social aunque sus padres ignoran su situación e incluso ella tiene dos hermanos pequeños que nunca ha conocido.

Durante el juicio, el abogado, que inicialmente pedía la absolución, puso de manifiesto la situación "extrema de soledad y sometimiento" en la que se encontraba la mujer que sostenía que no vio viable "el proyecto de vida" que no esperaba, ya que la joven no sabía "con seguridad" que estuviera embarazada, y subrayó la "marginación y explotación" que sufría la joven, que llegó a España con 20 años y una "juventud radiante" y se encontró con personas que explotaron su situación.

Sin embargo, el fiscal siempre ha calificado los hechos de asesinato ya que, según su relato de hechos, la jove, hacia el mediodía del 13 de diciembre y cuando estaba sola en su habitación del club, dio a luz una niña de 1.600 gramos y 47 centímetros de talla a la que, "en vez de realizar alguna maniobra para que respirara o llamar solicitando ayuda, la envolvió en una sábana y le clavó el cuchillo más de 40 veces en la cabeza y el torso". Para ello, utilizó el mismo cuchillo de mesa que "casualmente" había encontrado a mano y con el que había cortado a la niña, que murió por hemorragia aguda, el cordón umbilical.

Posteriormente, la acusada metió el cuerpo de la pequeña con la ropa ensangrentada en una bolsa de basura que ocultó en el armario. Según el fiscal, la niña era un feto normal de unos siete meses de gestación que habría podido sobrevivir sin cuidados especiales. Aunque su corazón siguió latiendo una vez nacida, no llegó a respirar.

Después de matar a la niña, la acusada se quedó en la habitación y ocultó a las dos compañeras de trabajo que la visitaron el que hubiera dado a luz y siguió perdiendo sangre hasta que al día siguiente al mediodía fue llevada al hospital, donde la intervinieron quirúrgicamente.