Voro Contreras, Valencia

En el verano de 2005, Selina Moreno -33 años, diplomada en relaciones laborales, aficionada al deporte y, sobre todo, al nado en aguas abiertas- notó un pequeño bulto en el pecho. El 21 de septiembre los médicos le diagnosticaban un cáncer de mama y el 8 de noviembre empezaba el tratamiento con las sesiones de quimioterapia y hormonoterapia, que se prolongó durante casi un año con radioterapia y braquiterapia. El pasado 10 de septiembre de 2007, Selina cruzaba a nado el Estrecho de Gibraltar. Entre el final del verano de 2005 y el de 2007, toda una historia de superación personal y de fuerza.

Selina vive en Valencia desde los 12 años y actualmente es delegada sindical en el Hospital de Gandia. Ayer a mediodía viajó hasta Tenerife para participar en la travesía a nado entre esta isla y la de Fuerteventura. Unas horas antes, Selina ofreció una rueda de prensa junto al director del Instituto Valenciano de Oncología (IVO) y de la doctora Amparo Ruíz, para dar a conocer su «hazaña» del pasado 10 de septiembre y ponerla como ejemplo de superación para muchas mujeres que sufren la misma enfermedad que ella ha superado. «El cáncer ya no es el fin. Hay toda una vida por delante».

De todas formas, eso es lo que Selina piensa ahora. El principio fue mucho más duro. «Cuando te dicen que tienes cáncer se te viene el mundo abajo, te fijas siempre en los casos negativos y te preguntas porqué te ha tocado a ti, piensas que no lo mereces». Los primeros días de tratamiento, esta deportista consiguió compaginar la enfermedad con su afición preferida, ayudándole a superar la incertidumbre de lo que le estaba pasando. Pero cuando empezó la radioterapia lo tuvo que dejar. «Fue el peor momento de mi vida, casi cada noche soñaba que me moría. Pero también era consciente de que había empezado una batalla».

Una batalla que fue ganando poco a poco y que, con su vuelta a su vida normal, también le permitió volver a nadar. «A los tres meses de acabar el tratamiento participé en la travesía a nado de la Manga (5.200 metros). Allí conocí a varios nadadores que habían cruzado el estrecho, me contaron su experiencia y yo me dije que también tenía que hacerlo. Nadie lo había hecho hasta ahora tras superar un cáncer».

Tras un año y medio de entrenamientos, el 10 de septiembre Selina se lanzaba al mar en Tarifa con rumbo al puerto marroquí de Sainar, 14.4 kilómetros de distancia (algunos más por culpa de las corrientes), que la nadadora valenciana hizo en 4 horas 40 minutos. «Fue una travesía fantástica -rememora-. Nadar entre bancos de atunes, ver a las ballenas a pocos metros...». Pero también peligrosa, sobre todo teniendo en cuenta que la zona del Estrecho es una de las de mayor tráfico marítimo del mundo. {Nos dimos cuenta de que un petrolero nadaba cara a nosotros, así que me tuve que subir un momento a la zodiac».

Casi cinco horas en las que a Selina le dio tiempo a pensar en muchas cosas. «Pensaba en toda la gente que me había apoyado, en la familia, en los amigos, en los médicos, en los que te han ayudado a entrenar... Y también en los otros enfermos que había conocido haciendo cola en el IVO, y entonces me di cuenta de que estaba ahí después de haber pasado una dura enfermedad y de que precisamente había sido el cáncer el que me había dado fuerzas para cruzar el Estrecho».