La sequía extrema que sufre la cuenca del río Cabriel, principal afluente del Júcar y responsable en términos administrativos, del abastecimiento de la ciudad de València y su área metropolitana, ha dejado al descubierto la existencia de sumideros naturales, conducciones kársticas en su mayoría, por las que se está desangrando el embalse, que se encuentra al 10 % de su capacidad con apenas 86 hectómetros cúbicos de agua almacenados.

La aparición de estos sumideros ha provocado cierta alarma en las poblaciones ribereñas del embalse, en especial en Minglanilla (Cuenca), cuyos vecinos sufren restricciones de agua mientras ven cómo el agua desaparece a ojos vista y el embalse, pese a tener las compuertas casi cerradas, sigue perdiendo volumen.

Según datos oficiales de la Confederación Hidrográfica del Júcar, el caudal del río Cabriel y de sus afluentes apenas suma 0,6 metros cúbicos por segundo y oficialmente, sin tener en cuenta la evaporación y las filtraciones, están saliendo 0,8 metros cúbicos por segundo.

Desde el inicio del año hidrológico el 1 de octubre hasta el pasado lunes solo han entrado en el embalse de Contreras 5 hectómetros cúbicos, la cifra más baja al menos desde hace 30 años. (Ver gráfico).

Previsiones fallidas

Poco antes del verano, la CHJ preveía llegar al final de la campaña de riegos con 100 hectómetros cubicos almacenados en Contreras, pero la sequía ha truncado estos cálculos y ayer solo disponía de 86 hm3. No se trata de una cifra caprichosa sino de la necesidad de mantener un volumen mínimo por debajo del cual la combinación de escaso volumen de agua, nula renovación y exceso de temperatura puede hacer colapsar en unas horas la calidad del agua en el embalse por la aparición de microalgas, como estuvo a punto de ocurrir en el vecino embalse de Alarcón en la sequía de 1994. El agua de Contreras alcanza los 12 grados en superficie, muy por encima de los valores habituales en esta época del año.

No obstante, Contreras se ha situado varias veces por debajo del volumen actual, con un mínimo histórico de 24 hectómetros cúbicos el 20 de noviembre de 1995.

Un desagüe inesperado

En este contexto, el descubrimiento de dos sumideros por los que siguen escapando miles de litros de agua sin destino conocido añade un grado de preocupación. Los dos sumideros se encuentran junto a una de las islas situadas en el interior del embalse y han pasado desapercibidos hasta que la sequía ha hecho descender el nivel del pantano.

Se trata en todo caso de un fenómeno natural que aparece también en otros embalses valencianos como el de Tous, donde la CHJ realizó numerosas campañas de inyecciones para taponar estas simas por las que escapaba el agua.

En Contreras, las filtraciones son las responsables de que no se pueda poner en carga la presa del Collado, lo que reduce la capacidad real del embalse de 852 hectómetros cúbicos teóricos con los que se diseñó y construyó a apenas 445.

Durante el primer llenado de la presa en 1974 aparecieron filtraciones en el estribo izquierdo de la presa principal de Contreras que llegaron a alcanzar 500 litros por segundo y que amenazaban con inundar la central eléctrica.

Hubo que invertir mucho dinero en la época y realizar grandes esfuerzos para conocer el tortuoso camino que seguía el agua en la profundidad de la tierra. Finalmente la fuga se selló.

Poco después, en 1975 se observaron en la zona del Tollo del Hombre y Vadocañas, situadas en el río Cabriel a unos 14 kilómetros aguas abajo de la Presa de Contreras, la aparición de grandes manantiales desconocidos hasta entonces. Un estudio basado en datos químicos e isotópicos de las distintas "familias" de aguas concluyó que entre 1.500 y 2.900 litros por segundo de los manantiales de Vadocañas proceden de aguas infiltradas en el vaso del embalse de Contreras.

Los sumideros hallados junto a la isla del embalse no se corresponden con los del estudio citado y se desconoce si la CHJ ha realizado nuevos trabajos sobre capacidad de desagüe y si afloran aguas abajo en el propio rio o alimentan los acuíferos de la zona.