Han pasado 47 años desde que el Tribunal Supremo ratificó que la titularidad del lago de la «Albufereta» recae sobre el Ayuntamiento de Anna y Eduardo López- Palop sigue elevado a la categoría de héroe local. No en vano, la intermediación del notario oriundo de Enguera resultó esencial para narrar el feliz desenlace de un angustioso litigio judicial que llegó a poner en tela de juicio la naturaleza privada de las aguas del paraje y los derechos del consistorio sobre el mismo. Una denuncia de la Comunidad de Regantes de la Vall de Càrcer, a la que se sumaron otros vecinos foráneos que reivindicaban tener derechos consolidados sobre la explotación de los recursos hídricos desencadenó en una resolución de la Comisaría de Aguas del Júcar que que, reconociendo estos supuestos, paralizó unas obras de canalización autorizadas por el ayuntamiento para transformar 200 hectáreas de secano a regadío en el pueblo, sumiendo en la incertidumbre a los regantes locales.

La vía judicial pasaba por ser el único camino para «recuperar» el lago, enclave turístico y manantial indispensable. El consistorio recurrió al asesoramiento de López-Palop. El notario primero de su promoción tras licenciarse en Derecho en Madrid era por aquel entonces Consejero del Reino y decano del Colegio de Notarios Tan decisivo fue que, tras ayudar a ganar el pleito ante el Supremo el fallo reconoció que las aguas del lago son de propiedad exclusiva municipal, el ayuntamiento le dedicó una calle y le brindó un reconocimiento que el pasado fin de semana se repitió 47 años después, como pieza clave en la historia de Anna. Con la misión de rescatar la memoria de López-Palop del peligroso olvido, la Fundación La Sierra ha repartido un pequeño libro biográfico entre los vecinos. «El pueblo que pierde sus raíces está perdido», advirtió el presidente de la entidad, promotora de los actos que rinden tributo al notario este año.

Calidad humana y profesional

La Fundación dedicó a «don Eduardo» el premio de «Enguerino del siglo XX» recibido por los familiares de quien fue conocido benefactor que ayudó a sufragar los estudios de muchos jóvenes de Enguera. Durante el homenaje, el magistrado Eduardo López-Palop, instructor del caso Madrid Arena, subrayó la calidad humana de su abuelo fallecido en 1972, sin olvidar su brillante carrera profesional.