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la ciudad de las damas

Cinco euros contra el olvido

Gran parte de lo que somos y lo que hacemos se lo debemos a nuestra capacidad de recordar. En nuestros recuerdos y nuestros olvidos se sustentan muchas de nuestras decisiones y de nuestras elecciones porque hay cosas, como las afrentas o los éxitos, que no olvidamos nunca, o por lo menos quedan plantadas en nuestro disco duro durante mucho tiempo. Sin embargo, olvidamos con rapidez lo que no nos gusta, quizás como mecanismo de defensa para no desfallecer ante tantos sucesos que nos parecen francamente deleznables. Ayudan, no se puede negar, los medios de comunicación con sus primeras planas „a veces hirientes, a veces balsámicas„ y su bombardeo mediático, que tanto condiciona la opinión pública.

La fugacidad de nuestras emociones nos convierte también en seres inestables y poco consecuentes, que hoy hacemos una cosa y mañana, la contraria. Que un día lloramos sinceras lágrimas de horror y pena ante catástrofes humanitarias, y al siguiente, estamos totalmente enfrascados en la final de la Champions, como si nos fuera la vida en ello.

Cuando la terrible foto de Aylan, el niño muerto en la playa, ocupó las portadas, el mundo giró su espesa y torpe cabezota y miró a esa muchedumbre desastrada de gente doliente y sintió su dolor. Durante unos días, se sucedieron propuestas e iniciativas, más o menos útiles que canalizaban la impotencia y la pena causada por las piernas regordetas de aquel crío que ya no correría más. Tan brutal fue la conmoción social que consiguió poner de acuerdo a los 28 países europeos para lanzar un plan que distribuyera a 160.000 personas refugiadas llegadas a las costas de Grecia e Italia. Pero muchos meses después de aquella decisión, sólo se ha distribuido un 1% que es un avance irrisorio, por insuficiente. Y es que el momento pasó y el mundo siguió girando, atendiendo otras calamidades que acaparaban la atención colectiva.

Pero desde que se fotografió a esa criatura han muerto, que se sepa, 340 menores en el mar, sin fotógrafo que los inmortalizara. Los que sobreviven lo hacen en condiciones miserables, sin agua, luz, ni atención médica, sin vacunas o educación. Y no son pocos. Uno de cada cuatro solicitantes de asilo, es una criatura que no por serlo deja de representar una amenaza para quienes pintan por las paredes de Xàtiva su rechazo e ignorancia.

La vieja Europa. Como gota que colma el vaso, Europol asegura que cerca de 10.000 criaturas han desaparecido una vez llegadas a este viejo y anestesiado continente, presumiblemente víctimas de las mafias dedicadas a la prostitución o al tráfico de órganos. Para refrescar la memoria individual y colectiva, con la atrevida pretensión de despertar a esa parte de la sociedad anestesiada e insubstancial, la Plataforma ciudadana de Xàtiva, que no es más que una herramienta útil para la participación social y el compromiso ciudadano, ha organizado un acto este domingo (19 h) en la Casa de la Cultura. Quienes colaboran lo hacen de forma desinteresada y quienes asistan colaborarán con sus cinco euros, que se entregarán a Médicos del Mundo que trabaja sobre el terreno. No obstante, el objetivo del acto no sólo es la recogida de fondos, que también, sino la expresión de una sociedad que está harta de planteamientos demagógicos e hipócritas y exige de los gobiernos una solución humanitaria inmediata. El objetivo, ya que no nos dejan hacer de Xàtiva la ciudad refugio que querríamos ser, es negarnos a compartir por activa o por pasiva, esa inmensa vergüenza europea donde naufraga también nuestra humanidad.

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