Durante las pasadas fiestas se produjo el fallecimiento de José Torregrosa Martí, a los 87 años. Fue, junto a sus hermanos, uno de los históricos empresarios fundadores de la empresa Carburantes Setabenses SL, popularmente conocida como la gasolinera de la plaza de toros de Xàtiva. Primogénito de una saga que siguió la tradición iniciada por sus abuelos, Vicente Torregrosa Mingot y Josefa Antonia García Muñoz, quienes fundaron en la calle Moncada una empresa de carruajes y autos de alquiler, que tras la muerte del padre, quedó bajo la dirección de su esposa, popularmente conocida como la viuda de Torregrosa, a la que se atribuye la introducción del primer autobús en Xàtiva. Su hijo, José Torregrosa García, heredaba el espíritu emprendedor materno para poner las tartanas a motor y sobre ruedas de caucho, e inaugurar en 1925 el Garaje España, que era como se conoce hoy a los concesionarios de coches, de los primeros de Xàtiva, junto al de la Alameda, propiedad de los Selgas.

José Torregrosa Martí fue el primogénito del matrimonio formado por Pepe Torregrosa y María Martí, y fue junto a sus hermanos Vicente, Alberto, María Rosa, Fina, Maria Nieves y Javier, el continuador del Garaje España y de aquel primer surtidor de gasolina que abastecía de combustible a tantos coches desde su emplazamiento en la calle Reina. Todos ellos se convirtieron en la tercera generación del negocio, pero adaptándola a los nuevos tiempos y a las coyunturas cambiantes sin nunca abandonar el carácter de empresa familiar. Así, cerraron el Garaje España ante la acometida de los concesionarios franquiciados por las grandes empresas multinacionales de la automoción y decidieron invertir en la urbanización de un barranco situado enfrente de la plaza de toros, a lo largo de los años 60, intuyendo que aquel sería un lugar idóneo para ubicar una gasolinera, que posteriormente fue reconvirtiéndose en un área de servicio consiguiendo arrancar buenas concesiones a las petroleras nacionales, y añadir a los grifos expendedores de combustible un punto de venta de pan, de prensa, bebidas, y de toda una serie de productos de inmediato consumo, que lo convierten también en lugar de ineludible visita cuando al secanista de Bixquert se le olvida algún producto para la paella del domingo. O por el hecho que es de las pocas que mantiene a su plantilla de trabajadores, huyendo de la despersonalización de la automatización tan propia de las estaciones de autopista.

Xàtiva, pierde por tanto, a un histórico de la automoción que deja su impronta emprendedora transmitida a sus dos hijos, Felipe y Pepe, ligado el primero a la continuación de un negocio que va más allá de la cuarta generación y que ya es más que centenario.