Las escenas taurinas que tanto horrorizan a los animalistas se suceden con total naturalidad prácticamente todos los meses del año en algunas de las decenas y decenas de localidades catalanas con bous al carrer. Toro embolado, toro de cuerda, vaquillas, toro de fuego... Lo delirante es que en Catalunya, como todo el mundo sabe, las corridas de toros están prohibidas desde 2010. Y los argumentos contra ellas son idénticos a los que se podría citar contra los festejos populares. La contradicción da idea de la incoherencia instalada entre algunos de los gobernantes municipales y autonómicos de la nueva ola antitaurina desatada de unos pocos años a esta parte.

El caso de Ontinyent es especialmente llamativo. El ayuntamiento prohibió los espectáculos con animales en la ciudad en 2014. El PSPV y Compromís, entonces socios de gobierno, aprobaron una moción de la coalición valencianista para prohibir espectáculos con animales en la ciudad. Una moción respaldada también por Esquerra Unida y que establecía que Ontinyent dejaba de acoger circos con animales a partir de entonces. La moción animalista suscitó críticas en la ciudad, ya que el gobierno local prohibía los espectáculos con animales, especialmente los circos, aunque permitía el tradicional Bou en Corda de las fiestas patronales en honor a la Puríssima, unos festejos en los que los toros son embolados y recorren las calles del municipio.

En el entonces tripartito de izquierdas (2011-2015) formado por el PSPV, Compromís y Esquerra Unida, los socialistas no gozaban de la estabilidad que poseen ahora con la que quizá sea la mayoría absoluta más holgada que existe en la Comunitat Valenciana. Por ello, la petición animalista de Compromís contra los circos fue prácticamente una exigencia ante la que Jorge Rodríguez se tuvo que plegar, según informaciones a las que tuvo acceso este diario en su momento. Pero aquella decisión no la ha revisado ahora, que disfruta de una capacidad de maniobra prácticamente intocable.

Miedo a la contestación

¿Por qué, entonces, el Ayuntamiento de Ontinyent no sólo permite sino que respalda y hasta promueve (habría que leer las entusiastas notas de prensa del consistorio o el nuevo contrato televisivo para dar realce a la retransmisión) una fiesta como el Bou en Corda, con cada vez más detractores, mientras prohíbe los circos con animales? Muy fácil de deducir, apuntan los críticos. Cualquier circo con animales que tiene prohibida la entrada a la capital de la Vall no posee ninguna defensa ni ninguna fuerza para contrarrestar semejante normativa, y en definitiva es una empresa de fuera que se irá por donde vino. Unos pobres desgraciados, vaya. El Bou en Corda (sus organizadores, pero también sus miles y miles de seguidores) son también miles y miles de votos; una fuerza social de la magnitud de las Fallas, las Hogueras de Alicante, los Moros y Cristianos... Y un gobernante con pánico a la contestación pública jamás se atreve a cuestionar la actividad de un colectivo tan potente.