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La popular composición para piano Para Elisa no es de Beethoven. Es obra de un Ludwig, pero apellidado Nohl, quien la escribió tal como hoy la conocemos a partir de unos apuntes mínimos del famoso músico alemán. Esta es la teoría que plantea el pianista y musicólogo Luca Chiantore en uno de los capítulos de su tesis doctoral, que leerá esta mañana en la Universitat Autònoma de Barcelona. El director del centro de estudios Musikeon, que todas las semanas acude a Valencia a impartir un curso de especialización para pianistas, lleva ocho años con esta investigación sobre Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770 - Viena, 1827) y sus apuntes para piano.

Tras todo este tiempo, Chiantore resume así sus conclusiones sobre Para Elisa: "Creo que existen muchos datos para pensar que lo que Nohl dice leer en el manuscrito de Beethoven son anotaciones suyas", manifestó ayer a Levante-EMV.

Nohl fue un joven musicólogo alemán que 40 años después de la muerte del genio (en 1867) aseguró haber encontrado el bifolio manuscrito con una supuestas anotaciones autógrafas y la dedicatoria a una enigmática Elisa.

El pianista Chiantore -fue finalista del Premio José Iturbi en los años noventa- reconoce que no es el primero que duda de la fiabilidad del Para Elisa, pero es quien más lejos llega en sus conclusiones. Barry Cooper, uno de los mayores estudiosos de Beethoven, ya comentó hace años que los apuntes para la famosa canción se prestan a muchas lecturas, pese a que sólo escuchamos una forma.

Para Chiantore, no es sólo que haya muchas lecturas, sino que Nohl aprovechó los apuntes autógrafos del maestro para componer la pieza que hoy atribuimos a Beethoven.

"Creo poder demostrar que lo hizo de manera burda, porque ninguna otra pieza de Beethoven tiene estas características musicales", explicó ayer el profesor de origen italiano a este diario. Se refiere a la estructura tonal y a las "rigideces formales" de la famosa pieza, que "suenan muy extrañas para ser de Beethoven y sí que tienen en cambio muchos paralelismos con la música que rodeaba a Nohl en 1867".

Chiantore apuntaba ayer otra característica extraña: el 90% de Para Elisa está armónicamente en la menor, "una estructura que en la época de Beethoven, en la que la armonía es la guía, es totalmente sorprendente. Nunca hizo algo tan llano".

La pregunta que surge es cuáles eran las intenciones del joven Nohl. Para el director de Musikeon -la tesis doctoral está previsto que aparezca en forma de libro a principios de 2010-, lo primero que hay que tener en cuenta es que aquél "ni siquiera imaginaba la popularidad de la composición, que o presentó como un gran hallazgo, sino como una pequeña pieza curiosa". Además, era joven, sin una sólida formación musical y se quería sumar a la investigación sobre Beethoven, muy activa en torno a 1860, cuando había una pugna por realizar el catálogo completo de sus obras. Así, el descubrimiento era una forma de "demostrar que no podían no contar con él".

Y todo ello, en un contexto de pujante expansionismo prusiano, lo que teñía también esta reivindicación de Beethoven de "intenciones políticas", apunta Chiantore.

La misteriosa Elisa

Hasta el momento, lo más discutido de esta popular composición, inevitable para cualquier alumno de piano, era la identidad de la misteriosa Elisa de la dedicatoria. Incluso se especuló ya hace décadas con que, a causa de la escritura rápida y difícilmente legible del maestro, el nombre auténtico escrito en el manuscrito podía ser Teresa.

Para Chiantore, lo más interesante, no obstante, es la paradoja de que de la época de Nohl procede la idea, muy extendida hoy, de la obra de música clásica como "algo cerrado y finito" , lo que choca con la actitud de Beethoven hacia el texto: "Más abierta, que transformaba lo compuesto y lo adaptaba al público".

Un programa informático diseñado por la Universidad de Maastricht (Holanda) para descubrir plagios estudiantiles ha servido para demostrar que Shakespeare escribió "El Reinado de Eduardo III" con ayuda de otro dramaturgo isabelino. Eso es lo que cree Brian Vickers, un experto en la obra de Shakespeare de la Universidad de Londres, según el cual el cotejo de frases utilizadas en "Eduardo III" con las de otras obras tempranas del bardo demuestran que colaboró en ella con Thomas Kyd, uno de los dramaturgos más populares de su época.

El profesor utilizó un programa informático bautizado Pl@giarism para cotejar la obra, publicada en 1596, cuando Shakespeare tenía 32 años, con otras del mismo período.

El programa identifica frases de tres o más palabras en la obra conocida de un determinado autor y busca sus parejas en otras sin atribución segura. En obras de autores distintos pueden darse hasta veinte frases parejas porque algunas de las frases son de uso común.

Sin embargo, cuando se cotejó "Eduardo III" con otras obras suyas anteriores a 1596, se descubrieron hasta 200 frases emparejadas.

Esas frases pertenecen a cuatro escenas, que equivalen a un 40% de la obra. En el resto de las escenas se identificaron frases típicas de otras obras de Kyd, conocido por su "Tragedia Española", obra que se sabe que influyó en Shakespeare.

La sugerencia de que Shakespeare es coautor de "Eduardo III" ha sido materia de debate durante siglo y medio. Vickers no tiene dudas: "Cuando se encuentran 200 frases (parejas), uno puede estar seguro. Todo el mundo puede ver que algunas escenas son muy shakespearianas, pero nadie entendía por qué hay versos que decididamente no son suyos". efelondres