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Damià Forment no tuvo mucha suerte en Valencia. Lo suyo era la escultura -le venía de familia, su padre ya lo era- y en la ciudad de principios del siglo XVI se encontró con un dominio apabullante de la pintura, debido a que los Hernando (Fernando Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina), recién llegados de Italia, marcaban la pauta. Así, en 1509, tras verse apartado de un proyecto al que optaba, Forment (Valencia, 1480 - Santo Domingo de la Calzada, 1540) puso rumbo a Zaragoza, donde sí lo querían para el retablo del altar mayor de la Basílica del Pilar. Sería el inicio de una extensa carrera en Aragón, donde estableció un potente taller y dejó numerosas obras, que le han valido la consideración de introductor del Renacimiento en la escultura española.

Forment, sin prácticamente obra en Valencia -una pieza en el Museo de Bellas Artes San Pío V, de cuya atribución el propio director, Fernando Benito, desconfía-, es el eje central de la exposición El esplendor del Renacimiento en Aragón, inaugurada ayer en la citada pinacoteca. Una quincena de piezas recorren toda su trayectoria artística: desde los comienzos con su padre y su hermano Onofre hasta una escultura de Santo Domingo de la Calzada, donde murió. La mayoría de estas obras están inéditas en Valencia, destacó ayer el secretario autonómico de Cultura, Rafael Miró. Todas están realizadas en alabastro. La elección no es casual: este material era extraído de canteras de la ribera del Ebro y se exportó a otras cortes.

El escultor valenciano es conocido sobre todo por el retablo del monasterio de Poblet -no se lo pagaron al no estar contentos con la calidad del mármol-, aunque algunos estudiosos le atribuyen también el diseño del primer pantalán del puerto de Valencia (realizado en madera, en 1507).

El viceconsejero de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón, Juan José Vázquez, lo calificó ayer de "figura ejemplar", porque "enhebra el arte del conjunto de la Corona de Aragón". Fernando Benito, por su parte, subrayó que "en Valencia no tuvo importancia la escultura durante el Renacimiento". "Estaba copado todo por la pintura", abundó.

Pero Forment es sólo una parte de la exposición, que reúne un total de 118 piezas de pintura, escultura y orfebrería, procedentes de 13 museos, 25 colecciones eclesiásticas y tres particulares.

El gran donante de obras es el Museo de Bellas Artes de Zaragoza, que cede más de cincuenta. Como suele ser habitual, ha sido una reestructuración del edificio el que ha permitido este montaje viajero. La muestra estuvo primero en Bilbao y tras su paso por Valencia -estará hasta el 10 de enero próximo- se exhibirá en Zaragoza. Los tres gobiernos de estas autonomías son los que patrocinan el proyecto.

La pujanza del Renacimiento en Aragón se explica por el protagonismo de la Casa de Aragón en la Corona tras el Compromís de Casp. Ese contexto -Valencia había sido el eje en el siglo XV- favoreció la llegada de artistas flamencos e italianos.