­¿Cómo le gustaría definirse: pintor, diseñador, ilustrador?

Independientemente de cómo pueda definirme, en treinta años de actividad profesional he sido todo eso. Siempre pensé que era un pintor vocacional, en cambio lo del diseño gráfico fue un flechazo, empezó cuando pisé una imprenta para hacer la invitación de mi primera exposición.

En cualquier caso ¿la elección también tiene que ver con que su padre fuera fotógrafo?

Mi padre era fotógrafo, pero mi tío era pintor. Elegí que no quería ser fotógrafo porque era el negocio familiar y me agobiaba bastante. Por ironías de la vida, gran parte de mi trabajo como diseñador gráfico es con fotografías.

Recala en la Ribera a raíz de trabajar durante dos años con Manolo Boix, ¿se considera de la Ribera?

Soy de la Ribera. El lugar donde naces es a veces circunstancial. Entre l´Alcúdia y en Alzira he vivido 25 años.

Su última exposición estará presente en estas ciudades…

He vuelto a exponer después de 15 años y me parecía bien hacer estas exposiciones en l´Alcúdia y en Alcoi, donde hacía 25 años que no exponía, y son lugares donde tengo vínculos emocionales. Después la gira por ciudades se ha hecho más grande y tiene 8 paradas, y por eso Alzira entra a formar parte de estas ciudades con vínculos.

¿Por qué ahora?

He pasado 15 años sin pintar, he hecho otras cosas y en el 2003 volví a pintar. El problema era reunir una colección de veinte o treinta obras para hacer una exposición, eso es un poco más complicado.

La exposición se llama «Retrats de l´invisible». ¿Qué es aquello invisible?

Son retratos psicológicos, y otros de la condición humana que aún para mí son bastante inexplicables, simbolizan conductas que se repiten como clichés y que son invisibles a nuestros ojos. No todos los cuadros encajan con esta descripción, pero en general es de lo que trato.

¿Establece un monólogo o un diálogo con el público?

Es cuestión de complicidades, necesitas alguien que lo pueda entender.

¿Aunque el público no entienda una obra con el sentido que usted la crea?

Realmente esa es la paradoja, es algo provocado. La ambigüedad es el principal problema en las relaciones humanas, pero en cambio en la creación és lo más enriquecedor. En el arte, esta ambigüedad es lo que da sentido, construir otras lecturas, esa es la pequeña magia que se produce.

¿Cómo ha visto la evolución de la pintura en los últimos años?

En el arte contemporáneo hay un predominio de la idea como arte y realmente te puedes encontrar exposiciones que yo mismo no sé si tienen valor o no, pasará el tiempo y se verá, pero es una época muy difícil para el espectador, no hay criterios claros para valorar la pintura actual. La historia de la pintura tiene un punto de inflexión importante en el dadaísmo, esta tendencia la recupera el pop-art, donde yo me he formado, y esta es la tendencia que se ha impuesto. Un artista, con estas premisas, no tiene que demostrar sus habilidades o su formación, sino simplemente su chispa para concebir determinado tipo de cosas, pero no hay ninguna escala de valores por la cual podamos decir que una obra es mejor o peor, aunque tenga su valor.

¿Afecta la crisis?

La crisis afecta, pero cuando yo empecé a exponer en 1979 la situación era mucho peor. Entre 1988-1992, fueron cuatro años que no se van a volver a repetir, se puso de moda comprar arte, hacer exposiciones. Eso pasó